La educación ya no transita los mismos caminos que hace una o dos décadas. Hoy las aulas se abren a una realidad digital que no es sólo tecnológica, sino también emocional, ética y profundamente humana. En este escenario de transformación constante, nuestra labor docente demanda una nueva alfabetización. No sólo enseñar a usar herramientas digitales, sino formar sujetos críticos, conectados y conscientes, capaces de habitar este mundo globalizado con autonomía y sentido.
De la herramienta a la cultura digital
No basta con tener acceso a tablets o pizarras interactivas. La educación digital va mucho más allá de lo instrumental. Como señala Inés Dussel (2020), "La tecnología no es neutra, organiza modos de ver, de decir y de hacer escuela". En ese sentido, integrar lo digital al aula implica repensar la cultura escolar, sus formas de enseñar, de evaluar, de vincularse, de ser y estar juntos.
Autoras como Cristina Corrales (2023) proponen concebir la educación digital como una ecología pedagógica, donde las tecnologías no son un fin, sino un medio para potenciar la colaboración, el pensamiento divergente, la co-creación y la ciudadanía activa. Este enfoque desafía la mirada homogénea y propone, en cambio, una inclusión tecnológica situada, diversa, contextual y sensible a las necesidades de cada comunidad educativa.
Humanizar la tecnología: Un imperativo ético
La irrupción de la inteligencia artificial, la educación híbrida y la automatización no pueden alejarnos del centro de nuestro quehacer, el ser humano. Como advierte Neil Selwyn (2022), uno de los teóricos emergentes más lúcidos en este campo, debemos resistir la tentación de deslumbrarnos con lo nuevo y en cambio preguntarnos: ¿Qué tipo de educación queremos para el futuro? ¿Qué valores estamos promoviendo con cada innovación?
Desde esta mirada, la educación digital debe reconocer la emoción, la subjetividad y la relación como dimensiones claves del aprendizaje. No hay algoritmo que reemplace una conversación significativa, ni chatbot que supla el vínculo humano entre docente y estudiante. Es aquí donde los profesores tenemos un rol insustituible como mediadores éticos y afectivos del proceso educativo.
Desde la práctica: Innovación con sentido
Como profesora e investigadora, he incorporado la tecnología no sólo como recurso, sino como lenguaje pedagógico. He acompañado a docentes en el levantamiento de plataformas educativas virtuales, integrando herramientas como Google Classroom, Canva, Jamboard, Genially y ChatGPT en sus prácticas cotidianas. Junto a ellos, hemos diseñado actividades y proyectos digitales contextualizados, que permiten a los estudiantes no solo aprender contenidos, sino desarrollar habilidades comunicativas, creativas y digitales reales.
Además, he impulsado experiencias de alfabetización digital docente, tanto en contextos urbanos como rurales, que combinan tecnología, emocionalidad y sentido pedagógico. Porque enseñar en digital no es solo saber usar una app, es transformar la experiencia de aprender y enseñar para responder a las preguntas del presente y del futuro.
Educación digital e inclusión: Una deuda aún vigente
Trabajar en contextos neurodiversos, con estudiantes con distintas trayectorias y realidades, nos exige construir entornos digitales accesibles, comprensibles y justos. La educación digital no puede reproducir las mismas barreras que la escuela tradicional ha levantado. Al contrario, debe convertirse en una oportunidad para reparar y reequilibrar.
Como plantea Mariana Maggio (2021), necesitamos pasar del "Diseño para todos" al "Diseño con todos", generando prácticas pedagógicas donde la personalización no implique segmentación, sino participación activa, escucha y co-construcción del conocimiento.
Mirar al futuro con los pies en la tierra
No se trata de subirse al tren de la innovación por moda o presión institucional. Se trata de formar nuevas ciudadanías, capaces de leer críticamente el mundo digital, de colaborar, crear y cuidarse en entornos mediados por pantallas. Esto implica formar también a los docentes, dotarlos de tiempo, espacios de reflexión y acompañamiento para explorar nuevas formas de enseñar sin perder la esencia de nuestra profesión.
Un mensaje a quienes enseñan con lo que hay
A quienes hoy, desde la educación pública, ya sea en zonas urbanas colapsadas o en escuelas rurales con conexión inestable, hacen milagros cada día por incorporar la tecnología al aula, quiero decirles que ustedes ya están innovando. Porque innovar no es tener todo, sino hacer más con menos, con creatividad, con compromiso, con humanidad. Cada vez que adaptan una guía a WhatsApp, que usan su propio celular para proyectar un video, que integran una aplicación gratuita para que sus estudiantes se expresen, están sembrando futuro.
La verdadera transformación digital en educación no se mide en megapíxeles, sino en el impacto humano que dejamos. Y ustedes, colegas, ya están dejando huella.
Referencias:
Corrales, C. (2023). Ecologías pedagógicas digitales: una mirada situada a la innovación educativa. Ed. Noveduc.
Dussel, I. (2020). La escuela en la nube: digitalización y subjetividad. Fundación Santillana.
Maggio, M. (2021). Repensar la clase en clave de futuro. Paidós Educación.
Selwyn, N. (2022). Should Robots Replace Teachers? AI and the Future of Education. Polity Press.
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