“No se trata de volver al pasado, sino de proyectar hacia el futuro.”
Desde mi experiencia como profesora en aulas de enseñanza media y como investigadora en procesos pedagógicos, he sido testigo de los enormes desafíos que enfrenta hoy la educación pública chilena: desigualdades persistentes, desmotivación estudiantil, desgaste docente y desarticulación entre políticas y realidades locales. Sin embargo, también he visto oportunidades. Y una de las más potentes, si se encauza con visión, son los Liceos Bicentenario.
Estos establecimientos, creados para promover la excelencia académica en contextos diversos, pueden y deben convertirse en los nuevos liceos emblemáticos de Chile, no como una mirada nostálgica al pasado, sino como un proyecto moderno que combine exigencia, innovación curricular y liderazgo pedagógico. Desde allí, es posible cimentar una verdadera política de movilidad social con rostro humano y territorial.
Como plantea el sociólogo Philippe Meirieu (2013), "Educar es creer que ningún destino está escrito y que toda persona es educable si las condiciones son las adecuadas". Esa premisa debe ser el corazón de los Liceos Bicentenario.
Liceos Bicentenario: ¿Semillas de una nueva educación pública?
A lo largo del país, estos liceos han demostrado que es posible mejorar resultados, implementar planes formativos desafiantes y generar sentido de pertenencia en las comunidades escolares. Pero también se enfrentan a tensiones estructurales: recursos limitados, altas expectativas sin acompañamiento sostenido, y en muchos casos, una excesiva carga burocrática que debilita la innovación.
Convertirlos en faros de excelencia implica más que buenos resultados SIMCE o PAES. Implica tener proyectos educativos que abracen la equidad con exigencia, la innovación con sentido pedagógico y el liderazgo con foco en lo humano. Exige instalar una cultura institucional sólida, con altas expectativas para todos los estudiantes, sin discriminación por origen, género o situación socioeconómica.
Como advierte Gonzalo Muñoz, investigador del Centro de Justicia Educacional de la UC, “No se trata solo de entregar oportunidades, sino de construir trayectorias que permitan sostener las altas expectativas con condiciones concretas que las hagan posibles” (Muñoz, 2020).
Innovación que transforma: Del aula tradicional al aula del futuro
Desde mi práctica docente he incorporado estrategias de innovación digital, evaluación formativa, trabajo interdisciplinario y metodologías activas que han permitido elevar el compromiso de los estudiantes y fomentar el pensamiento crítico. Esta transformación es posible incluso en contextos de alta vulnerabilidad, cuando se generan equipos docentes comprometidos y redes de colaboración.
Los Liceos Bicentenario deben ser espacios donde se experimente con nuevos diseños curriculares, uso estratégico de tecnologías, integración de saberes locales y enfoque de derechos. Innovar no es “modernizar por moda”: es responder con pertinencia a los desafíos del siglo XXI, formando jóvenes capaces de liderar, crear y reconstruir el tejido social.
Según María Teresa Rojas, académica de la Universidad Alberto Hurtado, “La innovación debe responder a contextos, no a modas. Una innovación útil en educación es aquella que transforma la experiencia de los estudiantes y amplía su sentido de posibilidad” (Rojas, 2019).
Liderazgos que movilizan comunidades
Uno de los pilares clave en esta transformación es el liderazgo. No un liderazgo autoritario, centrado en la gestión administrativa, sino uno distribuido, ético y pedagógico, donde el equipo directivo oriente, escuche, acompañe y proyecte. Donde el cuerpo docente se sienta convocado a construir comunidad profesional y a alinear prácticas hacia una visión común.
Es imprescindible fortalecer los procesos de formación directiva, entregar autonomía real con responsabilidades claras, y construir liderazgos compartidos que involucren a estudiantes, familias, docentes y actores territoriales.
En palabras de Andy Hargreaves y Michael Fullan (2012), “El liderazgo eficaz es aquel que construye capacidad colectiva, y no sólo autoridad individual”. Este tipo de liderazgo es el que puede sostener transformaciones profundas en los liceos públicos.
Excelencia como justicia educativa
Hablar de excelencia en educación pública no es hablar de elitismo. Es reconocer que cada estudiante tiene derecho a una formación de calidad, desafiante y transformadora. La excelencia se convierte en una forma de justicia cuando no se reserva para unos pocos, sino que se democratiza sin bajar los estándares.
Los Liceos Bicentenario, con la inversión adecuada, el acompañamiento técnico-pedagógico constante, y una mirada política de largo plazo, pueden ser motores reales de movilidad social, especialmente en regiones, sectores rurales y comunas periféricas, donde muchas veces se concentra el abandono del Estado.
Como plantea Denise Vaillant (2016), experta en política educativa, “La mejora de la calidad debe ir de la mano con la equidad, porque no hay calidad real si no es para todos”.
Un llamado a la acción
A quienes trabajamos en la educación pública, docentes, asistentes, directivos, y vemos diariamente los esfuerzos y talentos que florecen en nuestras aulas a pesar de las carencias, nos corresponde levantar la voz: no queremos menos, queremos mejor. Queremos oportunidades reales para todos nuestros estudiantes y condiciones dignas para enseñar.
Excelencia, innovación y liderazgo no deben ser eslóganes, sino compromisos concretos con el futuro de Chile. La movilidad social no es un regalo, es una construcción colectiva que comienza en la escuela.
Bibliografía
Fullan, M., & Hargreaves, A. (2012). Professional Capital: Transforming Teaching in Every School. Teachers College Press.
Meirieu, P. (2013). El maestro y los derechos del niño a no ser un adulto. Editorial Octaedro.
Muñoz, G. (2020). Liderazgo educativo para la equidad: reflexiones desde el contexto chileno. En: Raczynski, D., & Salinas, D. (Eds.), Desigualdades educativas en Chile. Políticas, instituciones y prácticas escolares. Ediciones UC.
Rojas, M. T. (2019). Innovación pedagógica desde las escuelas: desafíos y condiciones. Revista de Estudios Educacionales, 35(1), 45-62.
Vaillant, D. (2016). ¿Calidad y equidad en la educación? Un binomio posible. Revista Latinoamericana de Educación Inclusiva, 10(1), 65–78.
Archivos adjuntos
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