Los estudios señalan que fomentar la autonomía desde los primeros años de vida en una persona, es la base del aprendizaje, pues permite que los niños y niñas se muestren más seguros de sí mismo y de sus capacidades, a la vez que aprenden a asumir riesgos y a valorar sus posibilidades de éxito.
En el desarrollo de esta importante habilidad somos los formadores docentes quienes desempeñamos un papel muy importante en el fomento de la autonomía: escuchan a los estudiantes con atención y los motivan para que asuman la iniciativa de cara a su aprendizaje, los ayudan a formular objetivos propios, realistas y a plasmarlos en un plan de estudio.
Uno de los aspectos más relevante, además, para el desarrollo de esta habilidad consiste en que, en el aula se intencione un Aprendizaje Activo, en el cual es el estudiante quien está al centro de éste. Metodologías como el Aprendizaje Basado en Proyectos ABP, Aprendizaje Basado en Problemas, Aula Invertida (Flipped Clasrroom) han demostrado ser estrategias metodológicas innovadoras, que vienen a potenciar estos aspectos y que han sido cruciales para sobrellevar de buena manera este tiempo en que el proceso educativo se ha visto forzado a recurrir a la creatividad, autonomía, capacidad de resolver problemas, en nuestros estudiantes.
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