En la actualidad se observan cambios significativos en la configuración de los establecimientos educacionales y los participantes de estos, al reconocer y valorar la diversidad de modo de promover comunidades educativas inclusivas.
Se rompen los paradigmas de salas de clase constituidas por grupos homogéneos de estudiantes, donde existía la selección y la segregación por acciones de discriminación y opresión social, ya sea por condición socioeconómica, nacionalidad, género o formas de aprendizaje, a salas de clases heterogéneas donde conviven niños, niñas y jóvenes distintos, únicos e irrepetibles.
Es por esta razón que podemos afirmar que nuestra realidad en las escuelas ha cambiado, en las aulas tenemos un universo precioso, por ejemplo, multicultural con migrantes de diferentes países, es muy frecuente encontrar migrantes Haitianos, Colombianos o Venezolanos, es aquí donde el concepto de inclusión cobra un énfasis especial al vernos enfrentados a regular no solo las prácticas pedagógicas sino las estrategias que utilizamos para potenciar y resguardar el concepto de construcción de identidades. Abordar además, las diferencias individuales en estilos y ritmos de aprendizajes en nuestros estudiantes es ya una tarea fundamental, preocuparnos de que todas y todos tengan acceso al aprendizaje eliminando las barreras existentes ya que como docentes, somos responsables del aprendizaje y la participación de todos los estudiantes.
Toda persona tiene el derecho universal a la educación, lo que se proclama en la Declaración Universal de Derechos Humanos (Artículo 26) y que esta educación sea de calidad, apuntando con ello, a la inclusión, la equidad y la integración. Esto ha sido motivo de preocupación, es así como en ámbitos de políticas públicas y acciones gubernamentales, el 29 de mayo del 2015, la Presidenta de la República, en ese entonces, Michelle Bachelet, promulga la Ley Nº 20.845, Ley de Inclusión Escolar, que entrega las condiciones para que los niños, niñas y jóvenes que asisten a colegios que reciben subvención del Estado puedan recibir una educación de calidad.
No obstante, no debemos olvidar, que la formación inicial se constituye también en un foco importante en este tema y en un desafío, para las instituciones de educación superior, ya que deben formar profesionales preparados para atender la diversidad, re significando el concepto de inclusión.
Inclusión desde un sentido más amplio que el de Integración y que debe empezar en la Educación Inicial, avanzando con esto, al pleno desarrollo integral de todos y todas, en una sociedad más justa e igualitaria.
Fátima Aillón Inzunza
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