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Desmontando neuromitos en educación

Neuromitos en educación

Las investigaciones científicas han aportado gran información sobre cómo aprende el cerebro, sin embargo, también se han trasladado faltas creencias, conceptos erróneos sobre la mente y el cerebro aparecidos fuera de la comunidad científica que han dado lugar a lo que la OCDE definió en su proyecto Brain and Learning (2002) como neuromito.

Neuromito número 1: "Solo se usa un 10% del cerebro".

El cerebro es un órgano complejo que es moldeado por la selección natural. Representa un porcentaje mínimo del peso total del cuerpo humano (en torno al 2%) se consume aproximadamente un 20% de la energía disponible (Dell Chiesa, 2007). Es evidente que con ese gasto energético la evolución no podría haber permitido el desarrollo de un órgano 90% inútil.

Las modernas técnicas de visualización cerebral como la tomografía por emisión de positrones (PET) o la resonancia magnética funcional permiten observar un cerebro en vivo, y han demostrado que solo cuando se ha sufrido una lesión cerebral que provoca daños graves hay áreas cerebrales inactivas, mientras que en cerebros sanos los niveles de actividad cerebral y las regiones en donde ésta se está produciendo muestran que el cerebro funciona de forma holística, es decir, activando diferentes regiones que se intercomunican entre sí a través de la red neuronal, compartiendo información y cooperando para llevar a cabo operaciones más o menos complejas. Además, numerosas investigaciones han demostrado que cuando dormimos todas las partes de nuestro cerebro presentan algún nivel de actividad.

Desde el punto de vista educativo podemos afirmar que no existe límite al aprendizaje de los y las estudiantes y que vale la pena el esfuerzo para llegar a poner en marcha esa gran maquinaria que es su cerebro.

Neuromito número 2: "La capacidad mental es heredada y no puede ser cambiada".

Algunos creen que la inteligencia es fija y que debido a los determinismos genéticos no podemos hacer nada para cambiarla, mientras que otros creen que es posible desarrollarla y mejorarla mediante a la educación. Esta diferente forma de entender la inteligencia repercute en el rendimiento académico de los y las estudiantes.

Lo que conocemos como "cociente intelectual", no es fija y no existe un determinismo genético, sino solo ciertos condicionamientos y predisposiciones que pueden cambiar en respuesta a las experiencias de aprendizaje vividas.

El desarrollo cerebral constituye un proceso extraordinariamente complejo en gran medida guiado por la expresión ordenada en el tiempo, de una enorme cantidad de genes. En los últimos años han adquirido gran relevancia los descubrimientos realizados por la epigenética, una rama de la biología que estudia y analiza por qué los organismos vivos expresan unos genes y silencian otros, para conformar así sus características físicas particulares y la susceptibilidad de desarrollar determinadas enfermedades, es decir, nos ayuda a explicar por qué somos como somos o por qué gemelos univitelinos (genéticamente idénticos) pueden presentar un desarrollo completamente distinto.

En los procesos de aprendizaje la epigenética tiene también especial importancia al poner de manifiesto las influencias de factores externos que pueden controlar la expresión de los genes y determinar si se sintetizan o no las proteínas existentes en las neuronas necesarias para que se establezcan las memorias. A lo largo de la infancia y adolescencia tienen lugar una serie de cambios madurativos que siguen distintos ritmos en diferentes regiones cerebrales y las experiencias vitales hacen que el cerebro se vaya reorganizando. Es este proceso de adaptación continua el que nos permite aprender durante toda la vida, lo cual tiene enormes repercusiones educativas.

Las modernas investigaciones en neurociencia están demostrando que las creencias previas de los y las estudiantes y también las de los profesores sobre su inteligencia condicionan la forma que aquellos tienen de afrontar los retos. Es importante enfatizar que la mejora siempre es posible con aquellos estudiantes que creen que no poseen la capacidad intelectual adecuada y que, como consecuencia de ello, hagan lo que hagan no podrán cambiar, no podrán aprender.

Profesores y estudiantes deben conocer que el cerebro no es inmutable y cómo la plasticidad cerebral puede conllevar la mejora de cualquiera, es decir, es una esperanza con todo lo que ello implica a nivel emocional.

Neuromito número 3: "Los resultados de los y las estudiantes mejoran si se les propone actividades acordes con su estilo de aprendizaje (visual, auditivo, cenestésico)".

En el ámbito educativo son muy conocidos los modelos de aprendizaje que han dado lugar a categorizar a los niños según su modalidad sensorial preferida para aprender: visuales, auditivos o cenestésicos, y enseñar atendiendo a los estilos de aprendizaje preferentes.

No cabe duda del papel determinante que han tenido los sentidos a lo largo de evolución en la supervivencia de nuestra especie, y que nos han ayudado a aprender y mejorar. Por otro lado, no es menos cierto que, aunque existan regiones cerebrales y patrones generales involucrados en el aprendizaje humano, cada cerebro es único y singular; los y las estudiantes presentan características, capacidades y habilidades particulares que inciden en que unos aprendan más rápido a leer, otros resuelvan con mayor facilidad ejercicios matemáticos, mientras que algunos destaquen por sus habilidades artísticas o deportivas. Además, cada estudiante llega al aula con sus conocimientos y aptitudes que le facilitan el recuerdo de determinadas actividades o contenidos expresados en modo visual, auditivo o cenestésico, sin que por ellos debamos concluir que su modo de aprendizaje debería canalizarse principalmente a través de una de estas vías sensoriales.

Si bien existe un abundante material escrito sobre la importancia de los estilos de aprendizaje en la educación, los estudios realizados a partir de los cuales se han podido concluir que la incidencia de los estilos de aprendizaje en el rendimiento de los y las estudiantes en pruebas de memoria se han demostrado poco rigurosos en cuanto al cumplimiento de los requerimientos experimentales mínimos. Frente a estos estudios se han realzado investigaciones que ponen de manifiesto la falta de relación significativa entre el estilo de aprendizaje preferido por los y las estudiantes y lo memorizado, y que, en contra de lo que mantiene la teoría de los estilos de aprendizaje, los estudiantes aprenden mejor cuando utilizan de manera combinada las tres modalidades sensoriales.

La interconexión del cerebro hace por tanto que la suposición sobre los estilos de aprendizaje sea errónea. El cerebro humano es una compleja red de regiones interconectadas estructural y funcionalmente; los estudios neurocientíficos han puesto de manifiesto que la comunicación funcional entre regiones del cerebro desempeña un papel clave en los procesos cognitivos complejos. Los procesos del cerebro no convergen en un solo lugar, sino que ocurren de forma paralela y a través de una estructura distribuida de diferentes áreas que están implicadas para crear una experiencia completa, por lo que presentar la información a través de una de las modalidades visual, auditiva y cenestésica no hará que se procese de forma independiente en diferentes regiones cerebrales (Geake, J., 2008). Utilizamos ambos hemisferios de forma integrada. El cerebro es único y existe una transferencia de información entre los dos hemisferios a través de las fibras nerviosas que constituyen el cuerpo calloso.

Es fundamental llevar a cabo una evaluación previa para conocer las capacidades, aptitudes, conocimientos previos, así como la materia que se estudia para así poder diseñar estrategias que se adapten a sus necesidades, tener en cuenta la plasticidad cerebral que favorece la mejora continua de sus capacidades, y no caer en etiquetas que puedan perjudicar el concepto de si ismos de los estudiantes.

Neuromito número 4: "Las diferencias de hemisferio dominante pueden ayudar a explicar las diferencias individuales entre los y las estudiantes".

Es un hecho que existen regiones específicas del cerebro que se ocupan de funciones concretas, como por ejemplo las Áreas de Broca y de Wernicke, encargada la primera de la producción del lenguaje y la segunda de su comprensión, que se localizan en el hemisferio izquierdo de la mayoría de las personas, incluidas las zurdas; o que determinadas actividades pueden tener lugar predominante en un hemisferio cerebral, como por ejemplo las actividades auditivas y visuales, otorgando con ello al cerebro un comportamiento de tipo modular. Sin embargo, la neurociencia ha demostrado ampliamente que este sistema modular de funcionamiento es a todas luces insuficiente para explicar cómo trabaja el cerebro frente a procesos cognitivos complejos que requieren de la integración de diferentes redes neuronales ubicadas en regiones cerebrales diversas. Más aún, podemos encontrar una amplia gama de estudios que, a través de imágenes cerebrales tomadas durante el procesamiento de tareas cognitivas, muestran que todas las áreas del cerebro reciben el flujo sanguíneo correspondiente, en mayor o menor medida, indicando con ello una clara actividad neuronal.

Relacionado a lo anterior, se encuentra "La teoría de las inteligencias múltiples", muy popular en comunidades educativas, según la cual es posible clasificar a estudiantes en término de un pequeño número de "inteligencias" relativamente independientes. Sin embargo, la complejidad de procesamiento general del cerebro hace que sea poco probable que algo parecido a la teoría de las inteligencias múltiples pueda servir para describirlo, y no parece ni exacta ni útil reducir la amplia y compleja gama de diferencias individuales a niveles neuronales y cognitivo a un limitado número de capacidades.

Neuromito número 5: "Entornos ricos en estímulos mejoran el desarrollo del cerebro en la primera infancia".

Se produce aprendizaje porque las neuronas se activan entre sí, se conectan entre sí, a través del proceso conocido como sinapsis, determinando con ello la capacidad de aprendizaje y el desarrollo de la inteligencia. Peter Huttenlocher, de la Universidad de Chicago, descubrió que el período postnatal es uno en el que la "synaptogénesis" (aumento sinapsis) en la corteza cerebral humana se produce más rápidamente. A los dos años de edad, la densidad sináptica es máxima, y es también sobre esta edad cuando otros componentes de la corteza cerebral dejan de crecer y el peso total del cerebro de aproxima al de la etapa adulta. Se piensa que la riqueza de las sinapsis es la responsable de la gran plasticidad que presentan los cerebros inmaduros y de que en la etapa de madurez cerebral ciertas habilidades sólo puedan aprenderse con mucha más dificultad. Posteriormente, la densidad sináptica disminuye, llegando a ser en la adolescencia un 60% del máximo, es decir, tiene lugar un fenómeno que se conoce como "poda sináptica".

El cerebro continúa cambiando y desarrollándose hasta la edad adulta, aunque el cambio es menor radical que en la infancia. Con la edad el cerebro se vuelve menos maleable, y empieza a perder neuronas en una tasa creciente. Sin embargo, hay evidencia de neurogénesis, nacimiento de nuevas neuronas, en al menos una parte del cerebro en la edad adulta, el hipocampo, un área con un importante papel en el aprendizaje y memoria.

Existen experimentos de laboratorio con roedores llevados a cabo por el Dr. William Greenough (Nueva York) donde compararon la densidad sináptica entre roedores que habían vivido aislados y en un ambiente empobrecido de estímulos con ratas que vivieron en entornos "enriquecidos", concluyendo que las segundas estaban en mejores condiciones para llevar a cabo la tarea de aprendizaje.

Los resultados del experimento con roedores se tradujeron como "a más sinapsis disponibles", mayor será el potencial de la actividad nerviosa y la comunicación, logrando así el mejor aprendizaje posible, y por tanto, la intervención educativa temprana usando "·ambientes enriquecidos" podría salvar las sinapsis de la poda o crear nuevas sinapsis, lo que conduciría a una mayor inteligencia o mayor capacidad de aprendizaje.

El resultado final es que se citan los hechos de un estudio pertinente y a partir de aquí se asigna un significado que va mucho más allá de la evidencia presentada en el documento de investigación original, aunque a día de hoy no existe mucha evidencia neurocientífica sobre la relación predictiva entre mayores densidades sinápticas tempranas y una mejor capacidad de aprendizaje en seres humanos.

Entonces: ¿Cómo se produce el aprendizaje?:

Recientes estudios comprueban que se aprende a través de dos formas; la memoria y la emoción. Respecto a la memoria se puede decir que a partir de la plasticidad sináptica se constituye el aprendizaje y la memoria, procesos cerebrales estrechamente ligados que originan cambios adaptativos en la conducta. La estabilización de los cambios neurales que tienen lugar tras el aprendizaje permite la consolidación de las memorias y su mantenimiento a largo plazo. (memoria implícita, explícita, procedimental y de trabajo).

Para el desarrollo de cualquier operación mental de orden elevado, es necesario el uso de las cuatro funciones superiores (las gnosias, las praxias, el lenguaje y las funciones ejecutivas), unas son más relevantes que otras pero todas necesarias, y la calidad de la adquisición de éstas operaciones es la que nos va a permitir acceder a la información, razonarla, procesarla, conectarla con esquemas de conocimientos previos y generar nuevos esquemas de conocimientos. Eso es APRENDIZAJE.

Con relación a la emoción, debemos recordar que las neuronas espejo nos permiten, además de comprender las intenciones de los demás, comprender también los sentimientos, las emociones de los otros realizando una interpretación de la expresión facial observada. Por lo tanto, con las neuronas espejos podemos entender a los demás y nos vinculan desde el punto de vista mental y emocional (Iacoboni, 2009).

Las emociones positivas tienen efectos beneficiosos sobre el aprendizaje al mejorar procesos relacionados con la atención, la memoria o la resolución creativa de problemas.

Los escáneres cerebrales muestran que cuando los y las estudiantes participan en actividades cooperativas bien diseñadas sus cerebros liberan más dopamina, un neurotransmisor que es beneficioso tanto en lo cognitivo como en lo emocional, porque favorece el almacenamiento de información en las memorias de largo plazo y reduce la ansiedad.

Neuromitos en Educación y como se hacen presentes en las comunidades educativas de hoy en día:

Desde la perspectiva de mi comunidad educativa, existe cierta resistencia a derribar los neuromitos en educación, algunos más difíciles que otros, véase el neuromito de los estilos de aprendizajes, del cual mucho se conoce y pone en práctica, pero al trabajar y profundizar en los recientes estudios continúan existiendo profesionales del área de la educación que los invalidan, aun con los fundamentos teórico-científicos expuestos en el presente artículo.

Tras una análisis profundo y de manera colaborativa se puede comprender que existe una vía de aprendizaje de preferencia por las y los estudiantes, sin embargo, creer que solo un área del cerebro se ve involucrado en ese proceso es completamente erróneo, por consecuencia, trabajar de manera aislada el área visual, auditiva o cenestésica no implica que ocurrirá un aprendizaje, ya que son otros procesos los involucrados en el proceso de aprendizaje. 

Como comunidades educativas y profesionales del área de la educación, debemos estar en constante aprendizaje, más aún cuando se presentan estudios potentes sobre como funciona el cerebro y las repercusiones que tienen en el aprendizaje. Las generaciones actuales que están aprendiendo no lo hacen de la misma forma que lo hicimos nosotros en la etapa escolar, o cómo lo hicieron nuestras madres, padres, abuelas y abuelos.

Adjunto a este artículo incorporo un modelo para poder trabajar esta temática en sus comunidades educativas, en contexto de consejo de profesores. Es importante abrir dichos espacios para el desarrollo profesional docente, capacitación constante y un aprendizaje continuo en beneficio de nuestras y nuestros estudiantes.

 

Bibliografía

ProFuturo, Fundación Telefónica, MOOC Neurodiáctica: "Neuromitos", (2022).

Della Chiesa, Bruno et al., Understanding the brain: the birth of a learning science, OECD, 2007.

Geake, J., Neuromythologies in education, Educational Research, 50, pp. 123-133, (2008).

Iacoboni, Marco, Las neuronas espejo, Madrid, (2009).