Hace un tiempo atrás me preguntaron qué pensaba sobre el alto número de profesores principiantes que abandonaban el ejercicio docente. Cuando me preguntaron esto quedé sorprendida porque nunca me imaginé que esta era una realidad latente en la educación chilena; y no supe qué responder. Hasta ese momento desconocía que la cifra de deserción en los primeros cinco años de ejercicio llega al 42% (Valenzuela y Sevilla, 2013); realmente me parece triste que tantos colegas, después de haberse esforzado tanto en la Universidad, dejen la carrera docente. Ahondando más en el tema y buscando más información sobre la causa de esto, llegué a este estudio que les dejaré adjunto, llamado: “Profesores principiantes de educación secundaria en Chile. Pese a las dificultades, ¿qué los hace permanecer como docentes?”. Sé que cuando habla de dificultades, es de conocimiento público que el trabajo de un docente en Chile nunca ha recibido el reconocimiento que se merece y que el sueldo no se equipara a todo el trabajo dentro y fuera del aula, además de la gran cantidad de alumnos por curso. Al respecto, debo decir que una de las cosas que también me impresionaron de este artículo, es que muchos de los docentes que desertan obtienen buenos resultados, lo cual provoca problemas en el sistema escolar, pues al evitar que exista una continuidad de trabajo, provoca desfases en la entrega de contenido, por mencionar un ejemplo. De inmediato, el título del estudio me hace pensar en las dificultades que viví personalmente cuando comencé a trabajar en esto de la pedagogía y, muchas de esas dificultades, eran originadas por mis propios colegas, donde el trabajo colaborativo casi no existía y me daba temor preguntar algo que ellos ya sabían; por ejemplo, consejos para evitar disrupciones en el aula. Esto, me hizo mucho sentido ya que, tal como mencionan en dicho estudio: “se puede concluir que la relación positiva con los estudiantes puede constituirse en un factor favorecedor de la permanencia de los docentes en el sistema (incluso en contextos de condiciones laborales menos satisfactorias); y, por otra parte, una relación insatisfactoria con los estudiantes puede presionar a la salida, especialmente si las condiciones laborales se experimentan de modo crítico.” (Zamora Poblete, Guillermo Manuel, Meza Pardo, Marisa, & Cox Vial, Pilar. (2018). Entonces, los que somos docentes con algunos años de experiencia sabemos que el tener una relación positiva con los cursos, nos ayuda desarrollar una mejor clase, pero también sabemos que establecer ese tipo de relación conlleva tiempo, se necesita adquirir estrategias y conocer las personalidades de los estudiantes. Creo que a todos nos hubiese gustado que nos ayudaran un poco a conocer a los alumnos o bien, que nos compartieran ideas de cómo afrontar situaciones problemáticas que puedan emerger en cada grupo. En definitiva, sólo recordar nuestros primeros años de docencia nos debiera hacer reflexionar lo complejo que es educar. Por esta razón, es positivo cooperar con quien lo necesita, ya que contribuirá a que el proceso de enseñanza se pueda llevar a cabo en un ambiente mejor y, con ello, nuestros estudiantes puedan alcanzar mejores aprendizajes. La cooperación y colaboración constituyen la clave para que las escuelas puedan convertirse en verdaderos agentes de cambio, donde profesores y estudiantes puedan enriquecerse y desenvolverse óptimamente, a pesar de las dificultades que puedan surgir al comienzo del proceso.
A continuación, les dejo adjunta, una Actividad de Reflexión, que espero les sirva para enriquecer su labor docente.
Archivos adjuntos
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