Una de las tareas más complejas es el aprendizaje de la escritura, que no se realiza de forma tan “natural”, como sucede con la palabra hablada. No solo supone la adquisición del código escrito, sino también un cierto grado de desarrollo. Escribir nos permite dar permanencia a nuestros esquemas mentales, estructurar nuestro razonamiento, jugar con la lengua y guardar en la memoria de la humanidad el tesoro cultural.
La escritura satisface múltiples necesidades ya que permite reunir, preservar y transmitir información de toda índole, es una instancia para expresar la interioridad y desarrollar la creatividad, abre la posibilidad de comunicarse sin importar el tiempo y la distancia, es un instrumento eficaz para persuadir a otros, y es un medio a través del cual las sociedades construyen una memoria y una herencia común Dado lo anterior, la asignatura de Lenguaje y Comunicación busca que los estudiantes dominen las habilidades necesarias para expresarse eficazmente y usen la escritura como herramienta para aprender. (Mineduc, 2012: 8)
El fin de la escritura es comunicar algo a un interlocutor que no está presente, por lo que se necesita un esfuerzo especial para que las ideas se expresen de manera clara y coherente. En el texto escrito, es necesario explicar y describir elementos que en la comunicación oral se pueden deducir de claves no verbales o para verbales, como el tono de voz y el volumen o del contexto mismo. Esto exige al escritor ponerse en el lugar del destinatario, lo que significa un gran desafío para los alumnos de los primeros ciclos. La idea de que se escribe para algo y para alguien es un principio que orienta al estudiante sobre cómo realizar la tarea que se le solicita. (Mineduc, 2012)
Por otra parte, el acto de escribir obliga a reflexionar sobre el tema en cuestión y, de esta manera, se modifica, precisa y aclaran las ideas y los conocimientos que se tenían previamente sobre lo que se quería transmitir. Al redactar, el estudiante resuelve problemas, se pregunta, identifica elementos conflictivos, reconsidera aspectos que creía tener resueltos y reelabora sus conocimientos. Así, al aprender a escribir, también se aprende a organizar y elaborar el pensamiento, a reflexionar sobre el contenido de lo que se va a comunicar y a estructurar las ideas de manera que otros las puedan comprender. En conclusión, al escribir, el estudiante no solo comunica ideas, sino también aprende durante el proceso. (Mineduc, 2012:7)
Actualmente, desarrollar la escritura en los estudiantes se ha hecho difícil en modalidad virtual en la cual se está inmerso. En las actividades que se realizan, se le da prioridad a la comprensión lectora, sobre la escritura, pero ¿Por qué ocurrirá esto? Sin ir más lejos, incluso en las evaluaciones estandarizadas y/o de medición, la mayoría de las preguntas son de selección múltiple, con un reducido número de preguntas abiertas. Según Swartz (2010) la lectura y la escritura son procesos recíprocos, el estudiante necesita saber decodificar para codificar un mensaje, pero deben trabajarse con la misma intensidad en las actividades pedagógicas.
Berbel (2012) indica que el desarrollo de la escritura creativa es fundamental para potenciar la imaginación de los estudiantes. Por esta razón, propone una serie de actividades que se pueden implementar con los estudiantes, independiente de su nivel educativo. Estos son algunos ejemplos:
1. La escritura automática: Escritura sin planificación previa, se va escribiendo según ideas que se ocurran en el momento, como una lluvia de ideas.
2. Haikus: Poema de origen japonés, que consta de 3 versos. Se caracteriza por representar un elemento de la naturaleza, pero se puede realizar una variante con temática libre.
3. El abecedario poético: Consiste en confeccionar un libro de poemas breves a partir de un tema, el que los estudiantes quieran. La idea, siguiendo la pauta original, es seguir el orden del abecedario.
4. El juego de las instrucciones: Los estudiantes inventan un relato en el que se indiquen una serie de instrucciones para hacer algo. Se les recuerda que tienen que quedar claras y que no tienen por qué ser lógicas ni “realizables”. El o la docente, a modo de ejemplo, les lee el texto: instrucciones para llorar, de Julio Cortázar.
Referencias Bibliográficas
Berbel, E. (2012). Taller de escritura creativa para niños y adolescentes. (1a ed.). ALBA.
Ministerio de Educación. (2012). Bases Curriculares de Educación General Básica. [s.n].
Swartz, S. (2010). Cada niño un lector: estrategias innovadoras para enseñar a leer y escribir. (3a ed.). Ediciones UC.
- Inicie sesión para comentar