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Doug Lemov: Técnicas que me han ayudado en el aula

     Hace unos años, conocí al profesor Doug Lemov quien, a través de su libro "Enseña como un maestro”, presenta estrategias probadas que permiten recolectar información sobre la comprensión de los estudiantes, definir expectativa académicas altas o ayudan a estimular la cultura del error en el aula, entre otras. Inicialmente, pensé que sería un libro más sobre teorías extrañas que se alejaban totalmente de la realidad, o que sólo eran aplicables a contextos "ideales", sin embargo, en la medida que fui profundizando la lectura, me pude dar cuenta que el motivo fundamental de su trabajo se centra en demostrar que saber enseñar es un arte que necesita el dominio y aplicación de habilidades, estudiar una serie de herramientas y desarrollar destrezas que permitan el uso de estas últimas en las escuelas públicas, porque sí Lemov busca que todos los docentes puedan "triunfar en el ámbito más importante de la docencia: enseñar en las escuelas públicas, en especial, en aquellas más vulnerables, que reciben a alumnos de familias pobres para las que a menudo las oportunidades se cierran demasiado rápido". Fue así como a través de situaciones de la cotidianidad docente, llegué a expresar ideas como: ¡Pero si es precisamente lo que me pasa en mi clase!, o Pero ¿cómo no se me ocurrió antes?

Algunas técnicas sugeridas por Doug Lemov que introduje en mis prácticas pedagógicas.

1) Evitar las preguntas retóricas

     Una de las estrategias que hizo explotar mi cabeza fue la de evitar las preguntas retóricas en el aula. Pero ¿a qué se refiere Doug Lemov con esto?, la idea es simple y se las presentaré con un ejemplo que él mismo plantea en su libro:

"Profesor: Esta es la estructura celular y las diferencias entre células animales y vegetales. ¿La entendieron chicos? Por lo general, esas preguntas van seguidas de un consentimiento silencioso o tal vez de un "mmm, sí" en voz baja. A continuación, el profesor normalmente dice algo como: Bien, ahora pasemos a los cloroplastos"

     ¿Cuántos de nosotros hemos preguntado de esa forma?

     Personalmente, creo que todos lo hemos hecho y aún muchos docentes lo hacen, no por mala intensión o porque queramos avanzar rápido en la entrega de contenidos, sino que, más bien es una práctica adquirida e interiorizada desde que nosotros éramos estudiantes. Entonces, ¿Cómo preguntamos?

     Doug Lemov diría que no hagamos preguntas que tengan respuestas binarias (sí/no). En su libro, el autor nos sugiere que usemos un lenguaje que asuma que hay preguntas como, por ejemplo: "¿Qué preguntas tienen? les daré tiempo para que revisen en sus apuntes" o "deberían saber que quiero decir con esto y si no, deberían estar listos para preguntar sobre ello". De acuerdo con su texto, a través de este simple cambio, lograremos que los y las estudiantes se "automonitoreen”, es decir, que logren identificar el contenido específico con el que tienen problemas, tendrán el tiempo para reflexionar, sabiendo que habrá preguntas y, por último, revisan, practican y son responsables de responder correctamente.

2) Desarrollar la cultura del error en el aula:

    En muchas ocasiones, cuando fuimos estudiantes, vivimos la experiencia de estar convencidos que teníamos la respuesta, levantamos la mano y contestamos con mucha seguridad, pero el profesor, inmediatamente, nos hizo saber que nos habíamos equivocado. En el mejor de los casos, pasó a otro compañero; en el peor, hizo un comentario poco afortunado.  ¿Recuerdan cómo se sintieron? 

     Lemov nos invita a crear un ambiente en el que los y las estudiantes se sientan seguros de cometer errores y hablar de ellos para que puedan iniciar el proceso de solucionarlos. En el fondo, debemos demostrar que en el error está la posibilidad de aprender. El error es algo fundamental y normal que ocurre dentro del proceso de enseñanza y aprendizaje. Tenemos que verlo como algo positivo y así se lo tenemos que mostrar a nuestros estudiantes. Los errores son a veces pistas que se nos dan para indicarnos por dónde va el alumno en su proceso de aprendizaje y nos indican el camino que tenemos que seguir para ayudarlos a enfrentar sus dificultades. En el fondo, el error es para el autor una herramienta didáctica y dinámica con la que aceleramos el proceso de aprendizaje de los y las estudiantes.

     Indagando en los documentos del Ministerio de Educación, pude descubrir uno llamado "EVALUACIÓN Y RETROALIMENTACIÓN PARA LOS APRENDIZAJES"  donde se plantea que "muchas veces, se considera que la retroalimentación corresponde solo al hecho de informar al estudiante cómo se está desempeñando o cuáles fueron los resultados de una evaluación, sin embargo, para que resulte efectiva, la retroalimentación debe orientar al estudiante sobre su meta, ayudarlo a identificar hacia donde debe llegar, señalar sus fortalezas y el punto en donde se encuentra para luego dar señales sobre cómo seguir mejorando para alcanzar los resultados de aprendizaje. Entonces, para que una retroalimentación esté completa, sea efectiva y promueva verdaderos aprendizajes, se ha definido que el docente online debe desarrollar la capacidad de incluir tres momentos en la redacción del mensaje al estudiante (Alvarado, 2014)" y aquí es también donde podemos establecer una forma de poner en práctica la cultura del error, nuestros estudiantes deben ver que en equivocarse existe una oportunidad para el aprendizaje.

     Como plantea la profesora Sandra Zepeda Aguirre en el libro “El poder de la evaluación en el aula”, la retroalimentación efectiva es una poderosa herramienta para desarrollar el aprendizaje, y tal vez, Doug Lemov agregaría que también es una gran oportunidad para potenciar la cultura de error en el aula.

3) Hábitos de escritura:

     Como docente de Lengua y Literatura vivo constantemente bajo esa sensación de desasosiego cada vez que mis estudiantes quieren escribir lo que piensan, porque literalmente escriben como piensan, lo que, a la larga, produce que mis estudiantes construyan un muro frente a la posibilidad de redactar porque sienten miedo a escribir mal o que no se entienda lo que desean decir.

     Es allí cuando esta estrategia de los hábitos de escritura me ha permitido ayudar a los y las estudiantes, sobre todo aquellos que se encuentran en tercer y cuarto medio. La estrategia consiste en preparar a los estudiantes para participar en la clase, dándoles la oportunidad de escribir sus respuestas antes de discutirlas con todo el curso y poder sintetizar ideas complejas en una oración bien redactada.

     Ésta nos ayuda a desanudar situaciones en la que los estudiantes presentan dificultad para sintetizar las ideas en palabras, bajo nivel léxico o poca precisión y rigor en el lenguaje o problema para escribir ideas completas. Lemov sugiere que esta estrategia sea aplicada en forma progresiva, instalando ésta como una rutina de manera gradual, complejizando con el tiempo tanto los parámetros como los comienzos para crear una oración bien redactada, que vaya siendo cada vez más desafiante a medida que los estudiantes van asimilando un campo sintáctico más amplio. Así mismo, plantea que debe seguir un proceso de revisión, ya que es muy importante retroalimentar las primeras respuestas para que los estudiantes visibilicen sus acciones de mejora. Finalmente, plantea que es importante recolectar respuestas ejemplares para el cierre de la discusión.

4) Hábitos de discusión:

     En muchas ocasiones, cuándo les pido a mis estudiantes que puedan expresar sus ideas o intercambiar puntos de vista, la sala se convertía en un torbellino de voces, donde la tan nombrada “escucha activa” no existía, ya que, no respetan turnos de habla o en el caso más triste, no hablan nada. Para solucionar aquello, Doug Lemov presenta un capítulo denominado “Desarrollar ratio a través de discusiones” donde plantea la técnica de hábitos de discusión. Allí nos invita a crear discusiones productivas y entretenidas, convirtiendo en algo normal una serie de reglas básicas o hábitos que permiten una discusión cohesiva y conectada.

     Las normas básicas que permiten que las discusiones sean más eficientes, cohesivas y conectadas son: 1) Escuchar y hablar solo durante su turno, 2) Hablar de forma audible, 3) Hablar con frases completas y, finalmente, 4) Interacción entre compañeros. Esto debe acompañarse con “iniciadores de discusión” que estarán pegados en la sala o en los cuadernos de los estudiantes. Así mismo, sugiere entregar tiempo previo para que los estudiantes puedan escribir sus argumentos, dirigir la discusión siguiendo un tema o idea en específico, incentivar la reflexión, visualizando las distintas perspectivas, pedir a los estudiantes que realicen resúmenes breves de los comentarios de sus compañeros y compañeras, para direccionar la atención y la escucha activa entre ellos y moderar la discusión a través de preguntas que les hace a otros estudiantes para que sigan relacionando la discusión; por ejemplo: “Laura, ¿estás de acuerdo con lo que dice Rodrigo?

Finalmente, ¿me ha sido útil?

Si bien el libro tiene 62 estrategias diferentes, personalmente, he incorporado estas cuatro en forma constante en mi práctica docente. He visto cambios positivos en el aula y grandes avances en mis estudiantes, tanto en la comunicación oral como escrita, lo que me motiva cada día a continuar implementando nuevas estrategias en el aula, que permitan a mis estudiantes avanzar en sus aprendizajes, sintiendo que la sala de lenguaje y filosofía es un espacio seguro, donde se pueden equivocar para aprender y vean en la retroalimentación efectiva una oportunidad para mejorar.

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Bibliografía:

Forster, C. (2017). El poder de la evaluación en el aula: Mejores decisiones para promover aprendizajes (Spanish Edition) (Primera ed.). Ediciones UC.

Lemov, D. (2019). Enseña como un maestro 2.0; 62 técnicas de enseñanza para desarrollar aprendizajes de excelencia en sus estudiantes (3era edición.). Jossey-Bass. Aptus Chile.