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UN NIÑO

 

UN   NIÑO

 Niño de las láminas (Cosme San martín)

   

Una vez el pequeño niño fue a la escuela.
Era muy pequeñito y la escuela muy grande.

Pero cuando el pequeño niño descubrió que podía ir a su clase con sólo entrar por la puerta del frente, se sintió feliz.

Una mañana, estando el pequeño niño en la escuela, su maestra dijo:

 

-Hoy vamos a hacer un dibujo.

-Qué bueno- pensó el niño, a él le gustaba mucho dibujar, él podía hacer muchas cosas: leones y tigres, gallinas y vacas, trenes y botes. Sacó su caja de colores y comenzó a dibujar.

Pero la maestra dijo: - Esperen, no es hora de empezar, y ella esperó a que todos estuvieran preparados.

-Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar flores.

-¡Qué bueno! - pensó el niño, - me gusta mucho dibujar flores, y empezó a dibujar preciosas flores con sus colores.

Pero la maestra dijo: - Esperen, yo les enseñaré cómo, y dibujó una flor
roja con un tallo verde.

El pequeño miró la flor de la maestra y después miró la suya, a él le
gustaba más su flor que la de la maestra, pero no dijo nada y comenzó a
dibujar una flor roja con un tallo verde igual a la de su maestra.

Otro día cuando el pequeño niño entraba a su clase, la maestra dijo:

 

-Hoy vamos a hacer algo con barro.

 

-¡Qué bueno! pensó el niño, me gusta mucho el barro. Él podía hacer muchas cosas con el barro: serpientes y elefantes, ratones y muñecos, camiones y carros y comenzó a estirar su bola de barro.

Pero la maestra dijo: - Esperen, no es hora de comenzar y luego esperó a
que todos estuvieran preparados. -Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar un plato.

-¡Qué bueno! pensó el niño. A mí me gusta mucho hacer platos y comenzó a construir platos de distintas formas y tamaños.

 

Pero la maestra dijo: -Esperen, yo les enseñaré cómo y ella les enseñó a todos cómo hacer un profundo plato. -Aquí tienen, dijo la maestra, ahora pueden comenzar.

El pequeño niño miró el plato de la maestra y después miró el suyo. A él
le gustaba más su plato, pero no dijo nada y comenzó a hacer uno igual al
de su maestra.

Y muy pronto el pequeño niño aprendió a esperar y mirar, a hacer cosas
iguales a las de su maestra y dejó de hacer cosas que surgían de sus
propias ideas.

Ocurrió que un día, su familia, se mudó a otra casa y el pequeño comenzó a ir a otra escuela.

En su primer día de clase, la maestra dijo:

-Hoy vamos a hacer un dibujo.

 

-Qué bueno pensó el pequeño niño y esperó que la maestra le dijera qué hacer.

 

Pero la maestra no dijo nada, sólo caminaba dentro del salón.

 

Cuando llegó hasta el pequeño niño ella dijo:

 

-¿No quieres empezar tu dibujo?

 

-Sí, dijo el pequeño ¿qué vamos a hacer?

-No sé hasta que tú no lo hagas, dijo la maestra.

-¿Y cómo lo hago? – preguntó.

-Como tú quieras contestó.

 

-¿Y de cualquier color?

-De cualquier color dijo la maestra. Si todos hacemos el mismo dibujo y usamos los mismos colores, ¿cómo voy a saber cuál es cuál y quién lo hizo?

-Yo no sé, dijo el pequeño niño, y comenzó a dibujar una flor roja con el tallo verde.

Helen Buckley