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Paper La Escritura de Dios

Lugares y espacios del anonimato en La Escritura de Dios de Jorge Luis Borges.

 

Carmen Gloria Carvajal V.

Magíster en Literatura

Universidad Playa Ancha de Valparaíso

 

 

-------------------------------------------------Resumen--------------------------------------------------

El artículo explora cómo en el cuento La Escritura de Dios, de Jorge Luis Borges, un espacio de transitoriedad como es la prisión, se transforma, según Marc Augé, en un lugar de memoria a través de la experiencia.

Palabras Claves:Borges, Augé, espacio, memoria, lugar, transitoriedad, anonimato.

 

--------------------------------------------------Abstract--------------------------------------------------

This article explores in the tale La Escritura de Dios by Jorge Luis Borges, how the  transitoriness spaces like the prison is  transformed in memorial’s place thanks to the experience.

Key Words:Borges, Augé, space, memory, place, transitoriness, anonymous.

 

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Jorge Luis Borges es una figura importante, no tan sólo en las letras argentinas, sino también, en la literatura universal. Sus obras tienen influencias diversas, como las de la historia, la literatura mundial, las ciencias y la mitología, que lo hacen un escritor cosmopolita y con una poética holística. Esto hace que su lectura sea, incluso, hermética.

Nace el 23 de agosto de 1899 en Buenos Aires. Hijo de Jorge Guillermo Borges y Leonor Acevedo. Vive sus primeros años en la casa familiar de la calle Tucumán, entre Esmeralda y Suipacha. En 1901, tras el nacimiento de su hermana Norah, la familia decide mudarse a una casa más amplia de Palermo, barrio en el que Borges conocerá con el paso del tiempo las andanzas de diversos compadritos que pueblan sus ficciones y decidirá su vocación literaria, promovida por el padre y la frecuentación de su amplia biblioteca de ilimitados libros ingleses. Su padre se jubila en 1914 y emprende con la familia un viaje a Europa para someterse a un tratamiento oftalmológico. Después de recorrer Londres y París, se establecen en Ginebra  al no poder regresar a Argentina por el estallido de la Gran Guerra, cursando tres años del bachillerato en el Lycée Jean Calvin. Estudia francés y alemán, idiomas que le permiten ampliar sus lecturas y descubrir entre otros a los poetas expresionistas y a importantes filósofos, tales como Schopenhauer y  Nietzsche. En España, Borges frecuenta las tertulias de Cansinos-Asséns en el café Colonial de Madrid y forma parte del movimiento ultraísta que habría de encabezar en Argentina. Al regresar a Buenos Aires en 1921, Borges "descubre" los suburbios porteños que aparecen frecuentemente en sus primeros libros de poesía (Fervor de Buenos Aires, 1923; Luna de enfrente, 1925; Cuaderno San Martín, 1929) y comienza a publicar numerosas colaboraciones en revistas literarias y periódicos. Funda, junto a otros escritores, las revistas Prisma y la segunda época de Proa y en 1925 publica su primer libro de ensayos, Inquisiciones, al que seguirán El tamaño de mi esperanza (1927) y El idioma de los argentinos (1928), excluidos de sus Obras Completas.  Preside la SADE durante el período 1950-1953.

             Tópicos claves en la literatura borgiana son el espejo, los laberintos, el tiempo alterado, la Otredad, el mundo onírico y la vigilia, los espacios circulares. Los personajes de Borges se mueven en espacios intermedios e indefinidos.

            En el cuento La Escritura de Dios, ciertamente se nos presenta el tema del tiempo alterado y el de la Otredad, representada por el indio Tzinacán. Tenemos la certeza de que este indio viejo es azteca por algunas claves o huellas textuales que deja el narrador: es indio, viejo, dice ser apresado y obligado a declarar por un tesoro escondido, extraña las pirámides quemadas por los españoles, desea poseer un cuchillo de sacrificio e idílicamente sueña con ser mejor rey que Moctezuma.

            El mundo onírico está presente en su evasión a través del sueño, donde intenta buscar los orígenes y los secretos del universo, aquellas palabras mágicas que lo harán salir de ahí, pues con fuerza bruta, ya no es posible, es un viejo. Ese “nunca” es el rasgo de eternidad impuesto por Borges.

            El tercer elemento reconocido en este cuento es el espacio circular. Borges obsesionado con la circularidad (Las ruinas circulares, Milonga para dos hermanos, etc.) ahora lo proyecta al espacio y le otorga una categoría novedosa. Según  Augé[1], transforma un no lugar en un lugar de memoria.

            Para introducirnos en el tema, es necesario definir espacio. Gastón Bachelard en La Poética de Espacio  postula  que “la imagen lo es todo, salvo un producto directo de la imaginación”[2]. Luego, lo fundamenta en la página 28 diciendo que  las imágenes aspiran a determinar el valor humano de los espacios de posesión, de los espacios amados. Son espacios ensalzados. A su valor de protección que puede ser positivo, se adhiere también valores imaginados, los cuales pasan a ser dominantes. Es vivido y atrae casi siempre. El juego del exterior y de la intimidad no es, en el reino de las imágenes, un juego equilibrado.

            Es decir, cualquier espacio que sea tocado y grabado a través del recuerdo en la memoria, pasa a ser un espacio antropológico.

            En una primera instancia, el narrador, este viejo encarcelado, nos muestra descriptivamente, el nuevo lugar que lo acoge:

 

“La cárcel es profunda y de piedra; su forma, la de un hemisferio casi perfecto, si bien (que también es de piedra) es algo menor que un círculo  máximo, hecho que agrava de algún modo los sentimientos de opresión y de vastedad.”

 

El narrador se despersonaliza, habla impersonalmente, no se identifica con el dolor mencionado, mas, al haber registro memorial, empieza a haber espacio.

En relación a los lugares y los no lugares, Marc Augé  en su libro “Los “no lugares” Espacios del Anonimato”[3]  presenta una visión más antropológica, se atreve a definir y diferenciar los términos de lugar yespacio. Así, para Augé, lo primero indica un lugar de identidad, relacional e histórico; en cambio, el espacio no puede definirse como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico. Él lo llamará un no lugar.

            Su hipótesis plantea que la sobremodernidad[4] es productora de no lugares, es decir, de espacios que no son en sí lugares antropológicos y que no integran los lugares antiguos. Éstos, catalogados, clasificados y promovidos a la  categoría  de  ‘lugares  de  memoria’,  ocupan allí un lugar circunscrito y específico. Ej. El Partenón, el Coliseo Romano, etc.

Un no lugar existe igual que un lugar, pero  no bajo una forma pura. Propone el término acuñado ‘oficiomudo’: puntos de tránsito y ocupaciones provisionales.

En el cuento,  el calabozo es  catalogado como un no lugar, pues es un lugar de transitoriedad donde los residentes pierden identidad y son adjetivizados o rotulados. Una mazmorra no hace historia per se, al contrario, la finalidad es borrar de la historia a aquellos que tuvieron la desgracia de caer en ellas. Los “de afuera” no saben de los “de adentro” y tampoco les interesa. Son los residuos sociales cuya deseperanza les hace sentir que nunca saldrán de ahí. Los españoles han violado el territorio azteca y han quemado sus espacios sagrados, han torturado a los amerindios y los han encarcelado desde mjuy joven, por ende éste es su espacio obligado:

 

“He perdido la cifra de los años que yazgo en la tiniebla; yo, que alguna vez he perdido la cifra de los años que yazgo en la tiniebla; yo, que alguna vez era joven y podía caminar por esta prisión, no hago otra cosa que aguardar, en la postura de mi muerte, el fin que me destinan los dioses”

 

 

 

En los no lugares, las personas sen contagiarían de esta suerte de no lugar y, haciendo uso de la correspondencia planteada, serían ‘no personas’[5].

El lugar y el no lugar son más bien polaridades: el lugar no queda nunca borrado y el no lugar no se cumple nunca totalmente. Dentro de los no lugares podemos mencionar vías aéreas, líneas ferroviarias, autopistas, aeropuertos, hoteles, parques de recreo, supermercados, etc. No existe una verdadera comunicación, sino más bien, un contacto entre individuos. Se parlotea, nadie dice realmente algo trascendente o, simplemente, nadie dice nada porque sumido cada uno en sus dolores y soledades, nadie escucha. Y esta es la paradoja. Nos oímos, pero no nos escuchamos.

En esta prisión, Tzinacán no habla con nadie, le envían comida a través de una canasta atada a una soga, cual leproso, a las profundidades de la caverna oscura.

El hombre crea lugares. Deja su sello, su huella, su identidad. El hombre vive atareado buscando un no sé qué. Vive en no lugares, lugares de tránsito, de gusto internacional, sin sello personal.

En La Escritura de Dios se produce un proceso inverso. Tzinacán transforma, gracias a sus recuerdos y a su inquietud intelectual, este no lugar en lugar. Lo invierte: de transitoriedad a lugar de residencia con memoria.

 

“Urgido por la fatalidad de hacer algo, de poblar de algún modo el tiempo, quise recordar, en mi sombra, todo lo que sabía.”

 

Recuerda que hay un espacio sacro, donde sus dioses depositaron los secretos del universo y cuyas palabras, al ser mencionadas cambiarían el tiempo y el espacio. Y lo descubre en la piel del jaguar, uno de los doce animales sagrados que componen el calendario azteca quien es su vecino de celda.

En su piel, espacio sagrado, se trazan líneas como morfemas pictóricos que Tzinacán con paciencia empezará a decodificar.

 

“ Consideré que en el lenguaje de un dios toda palabra enunciaría esa infinita concatenación de los hechos, y no de un modo implícito, sino explícito, y no de un modo progresivo, sino inmediato. Con el tiempo, la noción de una sentencia divina parecióme pueril o blasfematoria. Un dios, reflexioné, sólo debe decir una palabra, y en esa palabra la plenitud”

 

 

Finalmente, reconoce que esa prisión es su hogar. Al hacerlo, se convierte el milagro[6] y logra descifrar los códigos de la piel del jaguar.

 

“Más que un descifrador o un vengador, más que un sacerdote del dios, yo era un encarcelado.”

 

Cada una de las catorce palabras ocupan un espacio físico en el jaguar y estew descubrimiento  lo hace sentir divino.

Augé también hace referencia a Merleau Ponty[7] para definir espacio. Plantea que el espacio antropológico es un espacio existencial, lugar de una experiencia de relación con el mundo, de un ser esencialmente situado ‘en relación con un medio’.

            Para Ponty, la palabra es un acto de elocución. Sólo a través de la palabra hablada, cuando aparecen las convenciones, el espacio se cumple.

El relato se compone de la doble necesidad de hacer y de ver. Certeau llama la “delincuencia que atraviesa, transgrede y consagra el privilegio del recorrido sobre el estado”[8].

            Esto lo vemos reflejado en Tzinacán cuando declara:

 

“Es una fórmula de catorce palabras casuales (que parecen casuales), y me bastaría decirla en voz alta para ser todopoderoso. Me bastaría decirla para abolir esta cárcel de piedra, para que el día entrara en mi noche, para ser joven, para ser inmortal, para que el tigre destrozara a Alvarado, para sumir el santo cuchillo en pechos españoles, para reconstruir la pirámide, para reconstruir el imperio.”

 

            Mas, el amerindio prefiere callar, tal vez para dejar que el mundo gire y se arregle por sí mismo. Tal vez porque en la prisión, encontró un hogar, un lugar de permanencia con memoria.

            Entiéndase que la palabra hablada no debe ser tomada como la contrapartida de la palabra no dicha, sino, al sentido inscripto y simbólico, el lugar antropológico. Augé incluye en los lugares antropológicos, la posibilidad de recorridos que en él se efectúan, los discursos que allí se sostienen, el lenguaje que lo caracteriza.

             En conclusión, aquellos espacios donde las personas pierden su identidad y pasan a ser individuos sin reconocimiento ontológico son, según Augé, los no lugares, espacios de anonimato. Esta es la esencia de la prisión de Tzinacán, despersonalizarlo. El fenómeno se realiza al  producir la reversalidad del sistema y lograr tras la memoria y la experiencia, sumado a una carga valórica a l no lugar, transformarse en un lugar de memoria que siempre será recordado. Fue la decisión que tomó el amerindio y lo que le impidió liberarse de las manos españolas que le habían robado su vida con el presidio.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

* Augé,  Marc: Los “no lugares”. Espacios del anonimato. Barcelona: Editorial Gedisa S.A., 1994. Todas las citas se harán de este libro

* Bachelard, Gastón: La Poética del Espacio , Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. S.A. de C.V.,1991, pp.26-28

* Propp, Vladimir: Morfology of the Folktale.  Leningrad, 1928; Austin and London: University of texas Press, 1958. Trad. Laurence Scott. Second edition in 1968.


[1]
Marc Augé, Los “no lugares”. Espacios del anonimato. Barcelona: Editorial Gedisa S.A., 1994. Todas las citas se harán de este libro.

 

[2]Gastón Bachelard. La Poética del Espacio , Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. S.A. de C.V.,1991, pp.26-28

[3]  Augé,  Los “no lugares”. Espacios del anonimato.

[4]Augé utiliza el concepto sobremodernidad en vez de postmodernidad.

[5]Término acuñado por la autora.

[6]Esto nos recuerda a Vladimir Propp y las 31 funciones del cuento clásico. Vladimir Propp,  Morfology of the Folktale.  Leningrad, 1928; Austin and London: University of texas Press, 1958. Trad. Laurence Scott. Second edition in 1968.

 

[7]Augé, op. cit.; 85.

[8]Augé, op. cit.; 85.