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Canciones y Adivinanzas Infantiles

 

 

 

 

Canciones y adivinanzas infantiles

  

Canción de cuna de los elefantes”

El elefante lloraba

porque no quería dormir...

“Duerme elefantico mío,

que la luna te va a oír...”

Papá elefante está cerca,

se oye en el manglar mugir...

“Duerme elefantico mío,

que la luna te va a oír...”

El elefante lloraba

( ¡con un aire de infeliz! )

y alzaba su trompa al viento...

Parecía que en la luna...

se limpiaba la nariz...

                  (Adriano del Valle)

                          Español

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mi pollera

Mi pollera, mi pollera

mi pollera es colorada

yo quiero una pollera

de olán de coco

si tú no me la das

no voy contigo.

Mi pollera, mi pollera

mi pollera es colorada

la tuya es blanca

la mía es rosada.

Mi pollera, mi pollera

mi pollera es colorada

yo quiero una pollera

de olán de hilo

si tú me la das

me voy contigo.

                 Autor Panameño desconocido.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Canción Húngara

Verde que en prado vi

prado vi.

Roja guinda, guinda roja     

roja cual rubí, cual rubí

Linda niña

¡niña cuán hermosa estás!

amiguita mía

pronto tú serás. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ratoncito, ratoncito

Ratoncito, ratoncito

tan de prisa

¿a dónde vas?

Voy huyendo

de ese gato

que me va corriendo atrás

corre, corre,

corre, corre,

que te alcanza

corre más.

¡Eh Don Gato!

tan de prisa

¿a dónde vas?

Voy huyendo

de ese perro

que me va

corriendo atrás

corre, corre,

corre, corre,

que te alcanza

corre más.

El guardia persigue al perro

el perro persigue al gato

el gato persigue al ratón

Es un corre, corre bárbaro.

El ratoncito, fue muy listo

y se salvó

llegó a tiempo

a su agujero

y de repente, se metió

y así el cuento, cuento

cuento, cuento, cuento

se acabó.

                      María Álvarez Ríos.

1ra –

2da -

Tengo un arbolito

Tengo un arbolito

que lo he de regar

con agua de los cielos

¿cuándo lloverá?

Esta es la tonada

que se canta en mi hogar

machácala, machácala, Pedro

machácala, machácala, Juan

que palabritas vienen

que palabritas van

esta es la tonada

que se canta en mi hogar.

Verdes son sus hojas

y blanca la flor

quisiera verlo pronto

más alto que yo.

Esta es la tonada

que se canta en mi hogar

machácala, machácala, Pedro

machácala, machácala, Juan

que palabritas vienen

que palabritas van

esta es la tonada

que se canta en mi hogar.

Nunca de su lado

me separará

será el mástil del barco

que yo mandaré.

                     Santander

                      (España)

 

1ra –

2da –

3ra –

4ta –

5ta –

                     6ta –

7ma -

Las abejitas

¡Zum, zum, zum!

¡la abeja zumbó!

Vamos todos compañeros

Vamos todos, en silencio

¡zum, zum, zum!

¡la abeja zumbó!

¡Zum, zum, zum!

¡la abeja zumbó!

despacito nadie grite

cuidadito no nos pique

¡Zum, zum, zum!

¡la abeja zumbó!

¡Zum, zum, zum!

¡la abeja zumbó!

No corramos, dentro un lirio

la abeja se ha escondido

¡Zum, zum, zum!

¡la abeja zumbó!

¡Zum, zum, zum!

¡la abeja zumbó!

A callarla, ¿quién se atreve?

cuidadito no se vuele

¡Zum, zum, zum!

¡la abeja zumbó!

¡Zum, zum, zum!

¡la abeja zumbó!

¡Ay que miedo! Si nos pica,

enojada la abejita

¡Zum, zum, zum!

¡la abeja zumbó!

¡Ay, ay, ay!

¡La abeja voló!

¡Cuán alegre con su carga

la abejita zumba y canta.

¡Ay, ay, ay!

¡La abeja voló!

¡Ay, ay, ay!

¡La abeja voló!

a los labios

¿quién regala

dulces gotas

de miel blanda?

¡Ay, ay, ay!

¡La abeja voló!

             Canción popular austriaca.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La palomita blanca de mi círculo infantil

Yo cuidé una palomita

en mi Círculo Infantil;

era una paloma blanca

que llegó en el mes de abril.

Entre todos los juguetes,

aleteando, se posó,

desde entonces, la paloma,

con los niños se quedó.

                        Dora Alonso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La gallinita ciega.

__ Gallinita ciega,

     ¿qué se te perdió?

__ ¡Perdí mi dedal!

__ Pues venlo a buscar.

__ Gallinita ciega,

     ¿qué se te perdió?

__ ¡Perdí mi violín!

__ Pues venlo a buscar.

__ Gallinita ciega,

     ¿qué se te perdió?

__ ¡Perdí mi jazmín!

__ Pues venlo a buscar.

__ Gallinita ciega,

     ¿por qué tan contenta estás?

__ porque encontré mi dedal,

     después de tanto buscar.

                   Letra de Dora Alonso.

                   4ta estrofa. Juan Suárez.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Adivinanzas.

 

Es fina como la arena;

sale del agua del mar.

La usan en la cocina.

¿Sabes quién es?

                    (Es la sal)

                  (Helvio Corona)

Son blancos y pequeñitos,

tenemos que cepillarlos

para tenerlos blanquitos.

¿Quiénes son?

              (Los dientecitos)

             (CI. “Dos Ríos”)

              Contramaestre

Con mis cuatro patas

galopando voy

por los verdes campos

¿Sabes tú quién soy?

               (El caballo)

              (Teresita Casañas)

                   Las Villas

Somos muchas hermanas,

por el cielo nos paseamos

y nuestra amiga  la luna,

viene atenta a acompañarnos.

                     (Las estrellas)

Caigo de las nubes

y mojo los campos;

las plantas se alegran,

se llenan las charcas.

                   (La lluvia)

A diario cuida su siembra

hasta que se pone el sol

usa sombrero de guano

y machete al cinturón.

¿Quién es?

                (El campesino)

                (Juan Suárez Ramos)

Con él yo me baño,

con su rica espuma,

y muy limpiecito

salgo de la ducha.

                 (El jabón)

                (Helvio Corona)

Croac, croac, croac, dice en las noches de lluvia

croac, croac, croac, dice en la charca

fría, muy fría su piel.

¿Quién es?

                    (La rana)

                   (Juan Suárez Ramos)    

Aunque algo pequeñas,

ocho patas tengo.

Haciendo mis telas

yo vivo tejiendo.

             (La araña)

Tengo aletas

de lindos colores;

mi vida es muy corta;

me gustan las flores

y vivo volando

tras de sus colores.

           (La mariposa)

Por la mañana yo canto,

mi alegre corococó.

Soy el rey del gallinero,

Queriéndolo ustedes o no.

          (El gallo)

Me gusta roer el queso

y el delicioso pastel

Todo lo de la alacena

es para mí como miel.

         (El ratón)

Mi mayor favorito

es el ratón,

mi peor enemigo, el perro.

¿Quién soy?

          (El gato)

                     Revista Simientes. 1980. # 4

Cuido la casa

como un guardián.

Soy fiel a mi amo

y no a los demás.

            (El perro)

Tengo cuatro patas

dos orejas grandes,

cola larga y crin

soy útil al hombre,

soy útil sin fin.

         (El caballo)

                      Revista Simientes. 1980. # 4

Por la mañana

muy tempranito,

salgo y despierto

a los niñitos,

pero de noche

ya no estoy.

Dime amiguito.

¿Sabes quien soy?

          (El sol)

Alto altanero

gran caballero

gorra muy roja

capa de acero

y espuela de acero.

         (El gallo)

                         Juana María González.

Tan redonda soy

como soy de hueca

pero si hago ruido

el baile comienza.

¿Quién es?

                (La maraca)

Parezco un arado

parezco un caimán

y estoy sentadita

y estoy sentadita

en medio del mar.

              (Cuba)

Una arquita muy chiquita

blanquita como la cal;

todas la saben abrir,

nadie la sabe cerrar.

             (El huevo)

Dicen que soy rubio

y no tengo pelo;

arreglo relojes

sin ser relojero.

           (El sol) 

                        Revista Simientes. 1989. # 2

De un árbol blanquito,

me calientan un poquito

y salgo muy prietecito.

¿Quién es?

           (El carbón)

                      Juan Suárez Ramos.

De un grano blandito

me secan y después me

muelen y agrado

por ser tan negrito

y tan amarguito.

          (El café)

                    Juan Suárez Ramos.

¡Qué rica es!,

del mar la sacan

a la cocina la llevan

al caldero la echan

cuando al paladar agrada.

          (La sal)

                     Juan Suárez Ramos.

 

 

 

 

 

 

 

Comedor

Cuchillo, Cuchara

y el Tenedor

esperan golosas

en el comedor.

La sopa sabrosa

que Cuchara vela

está tan caliente

como la sopera.

El arroz bien blanco

gusta al Tenedor

que está allá esperando

en el comedor.

Cuchillo de mesa

- el más comilón

se adelantó a todos

y cortó el lechón.

Cuchillo, Cuchara

y el Tenedor

esperan golosos

en el comedor.

                  José Belmar.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Mi gata Siamés

Mi gatica Siamés es bella.

Maúlla de día y de noche.

Yo le digo marbella

y no se cansa de maullar.

Se va mi gatica triste

y yo desconsolado

a veces me la llevo a mi lado

para que vuelva a ser alegre.

Vuelve, vuelve a maullar

mi gatica gris;

alegre salta y corre sin parar

y de alegría vuelve a maullar.

                 Juan de las Nieves Suárez

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Rosa

Rosa es una muñeca

tiene el pelo dorado

lleva una cinta verde

y un vestido bordado.

Su mamá es Martica

una niña preciosa,

que tiene su carita

del color de una rosa.

¿A ustedes les gusta

esa linda flor?

La hay en los jardines

y tiene un buen olor.

A Martica le gusta

porque es muy olorosa,

por eso a su muñeca

le puso el nombre, Rosa.

                (Rosario Villaverde)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Poesía

“La lluvia”

Serena cae la lluvia,

lavando los tejados,

serena cae la lluvia

regando los sembrados.

El agua está cayendo,

me gusta ver llover,

millones de goticas

contemplo por doquier.

Goticas cristalinas

que caen sin cesar,

rodando van cantando

los ríos a formar.

 

Adaptado por: Juan de las Nieves Suárez Ramos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“El vestido de mamá”

Mamá tiene un vestido

del color de las rosas,

las rosas son bonitas

pero mamá es preciosa.

Cuando me lleva al parque,

se pone su vestido,

no te lo quites nunca

con los ojos le pido.

Yo vi cuando ella misma,

lo cortó y lo cosió,

también hace los míos

cose para las dos.

Cose para las tres,

porque ayer le acabó

un traje a mi muñeca

y después me besó.

 

Adaptado por: Juan de las Nieves Suárez Ramos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Poesías y Rimas

“La ardilla”

La ardilla corre.

La ardilla vuela.

La ardilla salta

como locuela.

-- Mamá ¿La ardilla

no va a la escuela?

Ven ardillita

tengo una jaula

que es muy bonita.

-- No; yo prefiero

mi tronco de árbol

y mi agujero.

           (Amado Nervo)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Tilín, Tilón”

Tilín, Tilón...

Tilín, Tilín, Tilón.

De mi padre el arcoiris

tengo un traje y un bastón,

y los niños son felices

cuando ríen como yo.

       Tilín, Tilón,

       Tilín, Tilín, Tilón...

De una máscara de mango

hice un barco con timón,

para que los niños monten

y naveguen como yo.

        Tilín, Tilón,

        Tilín, Tilín, Tilón...

Cuando un niño estudia mucho

hace lo mismo que yo,

que del aula soy vanguardia

y de la escuela el mejor.

        Tilín, Tilón,

        Tilín, Tilín, Tilón...

Todos los niños me quieren

Y yo siento su calor,

Cuando con voces alegres

Me gritan Tilín, Tilón

       Tilín, Tilón,

       Tilín, Tilín, Tilón...

                (Helvio Corona)

 

“La sombrilla de lluvia”

Con su sombrilla de lluvia

la rana salió a pasear.

Un sapo con traje verde

se anudó al cuello un chal.

Entre la yerba mojada

un grillo empezó a silbar,

la tierra se bebía el agua

y al río se hizo un cantar.

Salta que salta la rana.

¡Las nubes llorando están!

¿Qué es la lluvia? preguntaba

la ranita en su saltar.

-- La lluvia, respondió el sapo,

que tenía al cuello un chal.

-- La lluvia es agua que sube

para volver a bajar.

Con su sombrilla de lluvia

la ranita salió a pasear,

y el sapo contraje verde

se anudó a su cuello un chal.

                   (Helvio Corona)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Todo en su sitio”

Los lobos en el monte;

los pollitos en el corral;

los peces en el agua;

los barcos en el mar.

Los monos en el árbol;

la paja en el pajar;

el higo está en la higuera;

la uva en el porral.

El padre, trabajando;

y la mamá también;

ya todo está en su sitio,

ya todo está muy bien.

Los niños, en la escuela,

y los patos a volar.

“Cua, cua, cua,…”

                    (Adaptación de unos versos de

                      Gloria Fuentes, España.)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“La ronda del carrusel”

Doy vueltas y vueltas

en un carrusel,

sobre un caballito

de yeso y papel.

... Y la mariposa

que sigue detrás

ronda en la alegría

de mamá y papá.

La chispa del sueño

de noche se ve

dar vueltas y vueltas

como un carrusel.

... Y mi caballito

de yeso y papel,

pintando de fiesta,

se duerme también.

               (Helvio Corona)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

“Trompo bailarín”

Baila que baila,

mi caballero.

Capa ceñida.

Punta de acero.

Cuando tú bailas

florece el viento

en clavelitos

volantineros.

Zumba que zumba,

mi maromero.

¡Qué te mareas!

¡Remolinero!

                  (Ester Feliciano Mendoza)

                        Puerto Rico.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Con real y medio.

(Folklore venezolano)

Con real y medio

compré una pava,

y la pava tuvo un pavito.

Tengo la pava,

tengo un pavito,

y siempre tengo

mi real y medio.

Con real y medio

compré una gata,

y la gata

tuvo un gatico.

Tengo la gata,

tengo un gatico,

Tengo la pava,

tengo el pavito,

y siempre tengo

mi real y medio.

Con real y medio

compré una chiva,

y la chiva

tuvo un chivito.

Tengo la chiva,

tengo el chivito

Tengo la gata,

tengo el gatico,

Tengo la pava,

tengo el pavito,

y siempre tengo

mi real y medio.

Con real y medio

compré una mona,

y la mona

tuvo un monito.

Tengo la mona,

tengo el monito.

Tengo la chiva,

tengo el chivito

Tengo la gata,

tengo el gatico,

Tengo la pava,

tengo el pavito,

y siempre tengo

mi real y medio.

Con real y medio

compré una lora,

y la lora

tuvo un lorito.

Tengo la lora,

tengo el lorito

Tengo la mona,

tengo el monito.

Tengo la chiva,

tengo el chivito

Tengo la gata,

tengo el gatico,

Tengo la pava,

tengo el pavito,

y siempre tengo

mi real y medio.

  (Usted puede continuarlo)

 

 

 

 

 

 

 

“La gata va de fiesta”

La gata salió una noche,

toda de verde vestida,

con aretes de corales

y minifalda vestida.

Los vecinos asombrados

le preguntaron a coro:

-- ¿Dónde va la  compañera

arreglada como un loro?

-- Voy esta noche a una fiesta

al charco de las ranitas,

así vestida de verde,

seremos como hermanitas.

     (Rosario Villaverde)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los siete hermanitos.

Estos son siete hermanitos

que componen la semana

siete hermanitos queridos

a los que nadie separa.

El lunes tiene sombrero

de yarey y una guataca.

El martes carga semillas

y el miércoles lleva el agua.

El jueves limpia los surcos,

el viernes siembra las semillas

y el sábado y el domingo

quitan las yerbitas malas.

Estos son siete hermanitos

que componen la semana

siete hermanitos queridos

a los que nadie separa.

                (Helvio Corona)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los pollitos ambiciosos.

Pío, pío, pío,

¡Cuántos pollos hay!

y tras la gallina

que contentos van.

Saltando graciosos

quieren imitar

cuántos movimientos

hacen al andar.

Pío, pío, pío,

no lo lograrán

que son muy chiquitos

para empeño tal.

                Dulce María Borrero

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Esta es la pelota.

Esta es la pelota

tírala y verás

avanza, rebota

y vuelve hacia atrás.

Búscala, recógela

vuélvela a tirar.

¡Ya has corrido mucho!

ven a descansar.

              Dulce María Escalona.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los pececitos.

En el estanque

iendo y viniendo

los pececitos

viven contentos.

Mas si del agua

los extraemos

poquito a poco

se irán muriendo...

Que allí respiran,

dichosos, ellos,

como nosotros

a campo abierto.

              Dulce María Borrero.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El semáforo.

Siempre por la cebra.

Tú debes pasar.

Así al perrito nadie

podrá atropellar.

Con la verde nunca

pretendas cruzar

de una acera a otra

puedes fracasar.

Espera siempre la roja y

Todo bien saldrá

Juega en los parques

y grande te pondrás.

Un perrito bueno esto obedeció

Por lo que nunca

Un carro lo atropelló

Por lo que el semáforo aprendió.

               Esther María Díaz.

    (Adaptado por Juan Suárez Ramos).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Guajira

Todo es hermoso y constante.
todo es música y razón

y todo como el diamante

antes que luz es carbón.

Sé de un pintor atrevido

que sale a pintar contento

sobre la tela del viento y la espuma del olvido.

Yo vengo de todas partes

y hacia todas partes voy:

arte soy entre las artes

en los montes, monte soy.

                    José Martí

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Arrorró mi niño.

Arrorró

     mi niño

gota de marfil,

gota de azabache

que nació en abril.

Arrorró

     mi niño

que canela es,

con sus lindos ojos

que nació hace un mes.

Arrorró

     arropado,

Arrorró

     a dormir,

Arrorró

     a la luna,

vamos a partir

          Virgilio López Lemus.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cuba

Donde el viento teje,

donde el aire canta,

zum-zum se parece

mi isla de plata,

Donde el mar remueve

una arena mansa,

tomeguín parece

mi isla que canta.

Donde el árbol crece

bajo un sol que encanta,

verderón parece

mi isla antillana.

                Virgilio López Lemus.

A la escuela

A la escuela llego temprano,

con mis amiguitos de la mano.

Todos los días las tareas hago

porque la maestra hace halagos.

A la escuela voy,

aprendiendo estoy.

Grande ya soy

después que a la escuela voy.

Todos los niños, a la escuela van

con la esperanza de ver el mañana.

Todos los niños jugando están

porque a la escuela gracias dan.

                  Juan Suárez Ramos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las palomas

Las palomas, en bandadas

son el adorno del cielo.

Marcan con su blanco vuelo

un proyecto de puntadas.

Con las alas sofocadas

descienden sobre el tejado

del palomar. Y en cansado

sueño se arrullan mimosas

son cual nubes, que amorosas

hasta mi patio han bajado.

                       Lourdes Díaz Canto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Yo seré

Cuando yo sea grande

quiero trabajar

montado en un barco

por el ancho mar.

¿Y tú mi amiguito

qué quisieras ser?

yo seré maestro

eso quiero ser.

Yo seré un artista

y yo militar

este un pianista

y aquel capitán.

                  Magali Puig.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El perro y el gato

El perro y el gato,

discutiendo están

a caricias los desato

molestos van.

El perro y el gato

enemigos son

pero sin embargo

los quiero juguetón.

                   Juan Suárez Ramos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sorpresas y sonidos.

Sorpresas y más sorpresas

el payaso ya ha llegado

y en su maleta ha cargado

muchos sonidos. ¡Qué fiesta!

¿Por qué lo escondes payaso?

sácalos todos y verás

como nosotros sabemos

cuál es el que se oye más.

¿Qué quieres saber payaso?

pregunta. No demores más

que hoy jugaremos mucho

¿están preparados?, aquí están.

En la palabra ratón

¿qué sonido se oye más?

la r, r, r, papacito lindo

pregunta, pregunta más.

Ah, qué niños tan impacientes

ahora si no lo sabrán

si le digo s, s, s, s, cielo

¿qué sonido se oye más?

S, s, s, payaso contento

como el grillito al silbar

y ya date por vencido

que siempre hemos de ganar.

                  Magaly Puig.

 

 

 

Pobre nubecita.

Mañanita fresca

Mañanita azul

a una nubecita

se le perdió el tul.

Lo perdió jugando

con el ventarrón

y se lo ha encontrado

ese nubarrón.

¿A caso no sabe

ese nubarrón

que debe entregarse

lo que se encontró?

Pobre nubecita

que perdió su tul

en una mañanita

fresquita y azul.

                  Ida Réboli

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Expiación

A tiburón, Tiburón

le duele un diente;

pero ningún dentista

acepta al cliente,

a mares llora

y la marea en la costa

sube a deshora.

                       Mirtha Aguirre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Año

Señorita Primavera

es la primera.

Caballero Don Verano

va de su mano.

Don Otoño ciclonero

es el tercero.

y Don Invierno

cierra el cuaderno.

                    Mirtha Aguirre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Cortesía

Limón, limonero

las niñas primero.

Ceder la derecha

quitarse el sombrero

Jugar a la dama

y a su caballero.

Limón, limonero

las niñas primero.

                  Mirtha Aguirre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los cinco compañeritos

Eran cinco compañeritos

que se levantaban tempranito

eran cinco compañeritos

chiquiticos.

Si laboriosos trabajaban

y saltaban placenteros

buscaban ser siempre primero

los cinco compañeros.

Al fin terminaban

siempre cansaditos

todos los días temprano

llegaban los compañeritos.

                 Juan Suárez Ramos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La mariposa

La mariposa

deja que el viento

la traiga y lleve

como un papel.

Liban en la rosa

solo un momento

pero se bebe

toda la miel.

Y en ese instante

quieta se queda

sobre las flores,

como un brillante

lazo de seda

de mil colores.

              Germán Berdiales.

Amigos

La tierra y el campesino

amigos siempre serán.

Él la trabaja y ella lo alimenta

fuerza siempre tendrán.

Buenos amigos

ya son,

decidida y buena

cosecha de ella recogerá.

Trabaja la tierra

campesino, que

cosecha , a cosecha

grande llegarás a ser.

                 Juan Suárez Ramos

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Papalote

El papalote

vuela sin miedo

va por los aires

del ancho cielo.

Todas las tardes

con gran revuelo,

el papalote

levanta el vuelo.

Y gira alegre

con sus colores

vivos y lindos

como las flores.

Ve desde arriba

los marineros

que le hacen señas

con sus pañuelos.

El papalote

vuela sin miedo

va por los aires

del ancho cielo.

                    José Antonio Gutiérrez

                   (Del libro, Pintar lo hermoso)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El amigo constructor

Por la mañana temprano

cuando ya se asoma el sol

con su casco en la cabeza

va el amigo constructor.

El construye las ciudades

y el parque de diversión

ayudando de esta forma

a nuestra revolución.

No te canses constructor

que con tus manos

haces grande tu revolución

que en ella has vivido

con gran amor.

                        Hilda Mutis Martínez    

                       ( Última estrofa. Juan Suárez)

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por la calle

Por la calle van

niños de la escuela.

Por la calle vienen

agitando banderas.

Por la calle caminan

sin tener miedo

los que construyen

una gran escuela.

Por la calle bailan

niños y constructores

por ella se pasean

quienes defienden la bandera.

Vienen y van por la calle

el presente y el futuro

amigos de siempre

verdes y maduros.

                      Juan Suárez Ramos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La pelota blanca, azul y roja.

 

Una tarde el papá de Luis llegó muy contento del trabajo anunciando:

-- ¡Traje un regalo para el hombrecito de la casa!

 

-- ¡Qué bueno papi! ¿Qué cosa es? – preguntó el niño.

 

-- Es una pelota blanca, azul y roja para ir a la playa.

 

-- Dámela, papá – pidió el niño.

 

El papá le dijo riéndose: -- tú la tienes que encontrar.

 

-- ¿Dónde está? – preguntó ansioso el pequeño.

 

-- Está aquí en la sala.

 

El niño miró alrededor y exclamó: -- yo no la veo.

 

El papá se acercó, lo sentó en sus piernas y le explicó.

 

-- Luis, vamos a jugar a <>.

 

-- ¿Cómo es ese juego, papá?

 

-- Verás que fácil es. Tú empiezas a buscar la pelota por toda la sala y cuando estés cerca, yo te digo que estás “caliente” y cuando estés lejos te digo que estás “frío”. ¿Entendiste?

 

-- Sí, papá.

 

-- Entonces, ¡a buscar la pelota blanca, azul y roja!

 

Luis corrió y se acercó al sofá. -- ¿Estoy caliente o frío?

 

-- Estas frío.

 

-- Me voy a asomar debajo del sofá – anunció el niño.

 

-- Sigues frío – le dijo el papá.

-- Voy a buscar la pelota detrás de la cortina – dijo Luis y corrió allá.

 

-- Frío, frío.

 

-- ¡Ya sé! La pusiste debajo de la butaca – y se agachó debajo de la butaca mientras su papá le decía: -- Frío, frío.

 

Entonces, Luis preguntó: -- papá, ¿la pelota es grande o chiquita?

 

-- Es grande, muy grande, -- le respondió el papá.

 

El niño abrió los brazos y preguntó: -- ¿De este tamaño?

 

-- Sí, de este tamaño es la pelota blanca, azul y roja que te traje de regalo para ir a la playa.

 

El niño se puso a pensar y a pensar y exclamó:

-- Yo voy a caminar por la sala y tú me dices si estoy frío o caliente.

 

-- Está bien, esa es una buena idea – afirmó el papá.

 

-- Luis empezó a caminar por la sala y oía la voz de su papá que decía: -- Frío, frío.

 

Después empezó a oír: -- tibio, ya estás un poquito caliente...

 

El niño siguió avanzando y cuando estaba junto a la silla su papá anunció: -- ¡caliente, caliente!

 

El niño cogió un periódico que estaba en la silla y del periódico se cayó algo blanco, azul y rojo y el papá exclamó:

 

-- ¡Te quemaste!

 

-- ¡La encontré! ¡Encontré la pelota! – tráela que te la voy a inflar.

 

El niño se la llevó y poco después jugaba alegremente con la pelota que le regaló su papá.

 

                                      Menchi Núñez Uncal

El oso y la muñeca.

 

Había una vez un osito. Tenía la piel parda, una nariz negra y brillante y unos ojitos negros.

 

Estaba muy orgulloso de parecer un verdadero oso de bosque y quería comportarse como tal. Pero no sabía lo que debía hacer para ello, pues era sólo un juguete de felpa. Nunca había visto un bosque y tampoco a un oso de verdad.

 

Entonces fue a ver a la muñeca y preguntó:

-- Oye, ¿tú sabes qué hacen los osos de verdad?

 

-- No lo sé muy bien – contestó la muñeca – pero me parece que se trepan a los árboles.

 

El osito miró alrededor de la habitación, pero no encontró ningún árbol, sino solamente un armario muy grande.

 

“Este armario puede ser un verdadero árbol, pensó el osito, solamente que está cortado en tablas, armado y pintado. Me voy a trepar en él.”

 

¡Cómo jadeaba y gruñía al trepar, pues el armario era muy alto y el osito pequeño. Casi había llegado a la parte superior cuando de pronto...

 

Se deslizó su patica y -- ¡pum! Se cayó. Se golpeó poco, pero se asustó mucho más.

 

Volvió entonces el osito a donde estaba la muñeca y le dijo:

-- No voy a trepar más a los árboles. ¿Qué otras cosas hacen los osos de verdad?

 

La muñeca pensó y recordó: -- Los osos comen miel.

 

Se encaramó en la despensa y qué mala suerte tuvo, porque adentro todo estaba oscuro.

 

“Bueno, pensó, voy a meter mi gorra en el primer pomo que encuentre de este lado, seguro que ahí habrá miel.”

¡Pobrecito el osito! Cuando lamió comenzó a estornudar y a jadear. Le ardía horriblemente su hociquito. Y no era nada extraño, pues en el pomo no había miel sino rábano picante con vinagre.

 

De nuevo el osito fue donde la muñeca y dijo:

-- No quiero ya buscar más miel. ¿Qué otra cosa hacen los osos de verdad?

 

La muñeca dijo finalmente:

-- Me parece que los osos de verdad pescan en los arroyos de la montaña.

 

Por lo tanto, decidió buscar un arroyo. Se dirigió al baño, se trepó al lavabo y se agarró de la llave del agua.

 

Gruñó:

-- Siempre de aquí sale agua, tal vez junto con ella haya peces también y entonces los agarró.

 

De la llave salió un ruido y de pronto saltó el agua.

 

Antes de que el osito pudiera escapar, ya estaba completamente mojado, y de los peces, ni huellas.

 

De pronto el osito se acercó a la muñeca y le dijo:

 

-- Estos arroyos montañosos que hay en este apartamento son terriblemente húmedos y no tienen ningún pez. ¿Qué otra cosa hacen los osos del bosque?

 

Y la muñeca dijo:

 

-- Los osos duermen en el invierno y esperan la primavera.

 

-- Creo que eso será lo que más me guste – respondió el osito – y es lo que mejor imitaré.

 

Se acomodó en un rincón, como si fuera un ovillo pequeño y carmelita, bostezó y se durmió.                                                   

                                                    María Lastowiecka.

El pájaro carpintero

 

Una mañana muy temprano, cuando todavía no había salido el sol, se oía el toc – toc de un pájaro carpintero que trabajaba con rapidez en un árbol.

 

En ese momento pasaba por allí una tojosa y le preguntó:

 

-- ¿Qué haces amigo carpintero?

 

-- Estoy haciendo una casita, porque la mía se la llevó el viento y no tengo donde vivir.

 

-- ¿Y por qué no le pides ayuda a los vecinos?, ellos te quieren y te ayudarán a terminarla más rápido.

 

-- Yo no quiero ayuda de nadie, me basto solo para hacerla.

 

La tojosa bajó la cabeza y se alejó entonando su triste cantar.

 

Al poco rato pasó un pajarito rojo y le preguntó:

 

-- ¿Qué haces carpintero?

 

-- Estoy construyendo mi casa, pues el viento se la llevó.

 

-- ¿Quieres que te ayude?, -- le preguntó el pajarito rojo.

 

-- No, -- le respondió el carpintero, yo solo me basto.

 

El pajarito rojo se marchó muy triste por la respuesta del carpintero.

 

Más tarde pasó por allí una golondrina y le dijo que se había enterado que estaba construyendo su casita y venía a ayudarlo.

 

-- Yo solo me basto. – Fue su seca respuesta.

 

Al otro día se encontraba de nuevo en faena, cuando pasó por allí un conejito, de pronto se paró en medio del camino y oyó que alguien se quejaba, se adentró en el monte y preguntó:

-- ¿Quién se queja de ese modo tan lastimoso?

 

-- Soy yo, -- respondió el carpintero, ¡ay!, me duele mucho todo el cuerpo por estar solito haciendo mi casita y para colmo me he caído y no puedo moverme.

 

El conejo recogió del suelo una hoja de plátano, puso sobre ella al pájaro carpintero y lo llevó hasta el camino. Llamó a otros animalitos del bosque y lo llevaron a curar a la casita de la doctora Gallina.

 

Cuando el pájaro carpintero abrió los ojos, miró a su alrededor y vio a todos los animalitos del bosque junto a él. En ese momento se dio cuenta de lo egoísta que había sido y lo mal que se había portado con ellos y se apenó tanto que se echó a llorar.

 

La tojosita, al verlo, le dijo:

 

-- No llores carpintero, pero que esto te sirva de lección para que aprendas que todos somos tus amigos y que en la unión está la fuerza.

 

El pájaro carpintero le respondió:

 

-- Gracias amigos, les pido perdón por mi actitud, pero de ahora en lo adelante cambiaré, les pediré que ayuden a hacer mi casita y cuando terminemos celebraremos una fiesta con todos los animalitos del bosque.

 

 

 

                                         Caridad Castañeda.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Orejitas y Orejotas.

 

Orejitas y Orejotas eran dos conejos que desde hace algún tiempo decidieron trabajar juntos. En un pedazo de tierra, ambos sembraron: nabos, zanahorias y coles.

 

Se reían muy graciosos cuando de mañanita, antes de salir el sol, iban con sus instrumentos de trabajo hacia el huerto, saltando, cantando y conversando.

 

Orejitas, muy chiquitico y retozón, decía con su vos chillona: ... ¡ Qué ricas coles llevaré a mi mamá y a mis hermanitos! ¡Qué hermosos nabos y zanahorias recogeremos, así conversaba y saltaba alegremente, alrededor de Orejotas.

 

Somos dos conejos

muy trabajadores

por la mañanita

recogemos coles.

Somos dos conejos

muy trabajadores.

Sembramos los nabos

y sembramos coles.  

 

Orejotas que era grande y fuerte, le decía con su gruesa voz: ... ¡calla, calla Orejita, hay que guardar la fuerza para trabajar!

 

Al fin llegó el día en que la cosecha estaba lista para ser recogida, las coles, los nabos y las zanahorias habían crecido y estaban muy apetitosas. Los conejos recogieron las verduras y las echaron en varios sacos.

 

Pero ...  Cuál no fue la sorpresa de Orejitas al notar que Orejotas le había dado solo un saco de verduras mientras él se quedaba con tres.

 

Muy molesto Orejitas le dijo: ¿Por qué tienes que quedarte con mayor cantidad si los dos trabajamos igual?

 

Orejotas contestó: Porque yo soy más grande y fuerte que tú, por lo tanto me corresponde más cantidad.

 

Doña Lechuza que vivía por los alrededores del huerto y que cada día los había visto trabajar, se encontraba en un árbol cercano y escuchaba la conversación, y sin poderse contener por el abuso que estaba cometiendo el conejo grandulón, dijo con voz de pito a tiempo que se acomodaba sus espejuelos:

 

-- Don Orejotas es usted muy injusto. Loa he visto trabajar a los dos igual, sin descanso. Juntos han hecho crecer este huerto. ¿ Cómo es posible que digas que porque Orejitas es más pequeño le corresponde menos? ¡ No te da vergüenza!

 

Orejotas bajó la cabeza y dijo apenado.

 

-- Es verdad Doña Lechuza, yo quise aprovecharme de Orejitas, pero reconozco mi error. Seré justo y repartiré la cosecha en dos partes iguales.

 

Doña Lechuza sonrió y se marchó.

 

Orejitas y Orejotas se abrazaron y muy contentos comenzaron a dar saltos y a cantar.

 

 

Somos dos conejos

muy trabajadores

por la mañanita

recogemos coles.

Somos dos conejos

muy trabajadores.

Sembramos los nabos

y sembramos coles.  

 

                                     

 

                                                 Victoria Artola y Mabel González.

 

 

 

 

El cerdito mal educado.

 

Cierta vez se encontraba una ranita saltando por los alrededores de una montaña, de pronto escuchó un suave murmullo que salía de entre las ramas secas.

 

¿Qué será? Se preguntó la ranita y se acercó para ver.

¿Y saben lo que encontró?

 

Pues era un arroyo que brotaba. ¡Qué agua tan rica!, pensó la ranita.

 

Construiré un pozo y así podré dar de beber de esta agua a todos los animalitos que pasen por aquí.

 

Seguidamente se puso a trabajar con mucho entusiasmo, después de terminado el pozo la ranita consiguió un cubo, lo llenó de agua y se puso a esperar.

 

En este momento llegó un pajarito.

 

-- ¡Buenos días ranita!

 

-- ¡Buenos días pajarito!

 

-- Por favor, ¿podría usted regalarme un poquito de agua?

-- Con mucho gusto.

 

La ranita le dio un poco de agua al pajarito y este le contestó:

 

-- Muchas gracias.

 

-- Por nada.

 

Después que se marchó el pajarito llegó el ratoncito.

 

-- ¡Buenos días ranita!

 

-- ¡Buenos días ratoncito!

 

-- Por favor, ¿podría usted regalarme un poquito de agua?

-- Con mucho gusto.

 

-- Muchas gracias.

 

Cuando se marchó el ratoncito pensó la ranita:

 

-- ¡Qué animalitos más educados pasan por aquí!

 

Pero en ese momento apareció delante de la ranita un cerdito con cara de mal humor y le dijo:

 

-- ¡Oye tú! ¿Qué haces que no me das agua?, no ves que tengo sed.

 

-- Buenos días dijo la ranita asustada. ¡Qué modales son esos?

 

-- Mira chica, déjate de hablar tanto y dame agua. Luego la ranita asomó la cabeza desde el pozo y dijo:

 

-- Con malas formas no lograrás nada.

 

-- Con buenas formas lo lograrás todo.

 

Más tarde el cerdito dio una vuelta y se puso a pensar ... y fue donde la ranita y le pidió amablemente el agua, entonces la ranita sonriente se la ofreció.

 

 

 

                                        Mercedes Valdés.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La ranita verde.

 

 

Cerca de un caserío, las lluvias formaron una gran charca. En ella buscó refugio la mamá de ranita verde y todos sus hermanitos.

 

Una mañana tibia y soleada salió de la charca ranita verde. Su piel era tan verde que brillaba con los rayos del sol y estaba tan linda que hasta ella se encontró hermosa cuando se vio en el espejo del agua. Entonces pensó que bien merecía tener una vida alegre y despreocupada. No trabajaría más, ni siquiera para ayudar a su mamá.

 

Saltando y saltando se acercó a un árbol, un pájaro carpintero trabajaba muy duro. El abrió un hueco en el tronco.

 

-- ¿Quieres jugar conmigo?, -- le dijo ranita verde.

 

-- Imposible ranita verde, contestó el pájaro carpintero, debo quitar los gusanitos que hacen daño a este árbol amigo.

 

-- ¡Cuánto lo siento!, -- respondió la ranita verde y siguió andando.

 

Saltando y saltando llegó hasta una campanilla blanca. En la campanilla había una abeja.

 

-- ¿Quieres jugar?, -- le preguntó la ranita.

 

-- Imposible -- le respondió la abeja trabajadora. Debo sacar todo el dulce de esta flor para llevarlo a mi colmena.

 

-- ¡Cuánto lo siento!, -- dijo la ranita y siguió andando.

 

Ya estaba cansada la ranita verde, y decidió regresar a su casa, la charca donde la esperaban su mamá y sus hermanos.

 

Ya de regreso, se encontró con una niña que llevaba en las manos un libro y un hermoso ramo de flores silvestres.

 

-- Niña, ¿Quieres jugar conmigo?, -- le preguntó ranita verde.

-- Imposible, -- dijo la niña.

 

Debo ir a la escuela. Todos los niños tenemos que estudiar para aprender muchas cosas interesantes.

 

Y la niña siguió hacia la escuela con su libro y su ramo de flores.

 

Entonces ranita verde no se lamentó más. Comprendió que todos trabajaban y se dedicaban a hacer algo útil, y que solo ella no trabajaba ni estudiaba. Corriendo y tan apresurada que iba, llegó a la charca donde vivía con su familia de ranas verdes y entonces oyó la voz de su mamá.

 

-- ¡Hijita, ¿has olvidado que debemos trabajar? Hoy tenemos que atrapar a los gusanitos. Esta es la ayuda que nosotros prestamos a los hombres.

 

-- Ya estoy lista mamá, -- dijo ranita verde.

 

Y ranita verde, alegre y traviesa, comenzó a trabajar y todo el que pasaba cerca, veía una ranita muy verde, muy feliz y risueña.

 

 

 

                                   Ana Luisa López

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El perrito Tilín.

 

Tilín es un perro que vivía en mi cuadra, blanco, con orejitas negras, se pasaba el día correteando por los jardines y cuando algún niño lo llamaba: ¡Tilín !, él agitaba contento su colita y ladraba alegremente.

 

Todos los niños somos amigos de Tilín, le dábamos huesos e íbamos al parque a jugar con él, lanzándole pelotas que alegremente perseguía.

 

A todos nos preocupaba que Tilín como es un perrito y no conoce las leyes del tránsito, cuando caminaba por la calle pudiera atropellarlo un auto.

 

Estamos tristes, pues hace muchos días que no hemos visto a Tilín. ¿Qué le habrá pasado?. ¿ Se habrá perdido?. Mañana le preguntaré a Juan, el bodeguero, a ver si lo ha visto.

 

Cuando le pregunté a Juan me dijo:

-- “ ¿Pero no sabes Pedrito, que Tilín vive ahora en casa de Irma, la  compañera que cuida el tránsito”?

 

¡Cómo lo oyen!, resulta que Irma lo llevó a vivir a su casa, y hasta le construyó una perrera para él, con el nombre en la puerta, pero lo mejor de todo es que ya no estamos preocupados por que lo atropelle un auto, pues con mucha paciencia y cariño, que es como se trata a los animales, Irma le ha enseñado las leyes del tránsito a Tilín, ¿quisieras saber cuáles son?. Pues verás.

Le decía así:

Siempre por la cebra

tú debes pasar

así al perrito nadie

podrá atropellar.

Con la verde nunca

pretendas cruzar

de una cebra a otra

puedes fracasar.

Espera la roja y

todo bien saldrá

juega en los

parques, ¡en las

calles no!

¡Mi perrito bueno

esto obedeció!

Adaptado por Juan de las Nieves Suárez Ramos.

Un árbol seco.

Al ver a un árbol seco

la hormiga se asustó.

la araña se asombró.

Pasó la cabra y lo notó.

Corrió la ardilla y no llegó.

Y todos se preguntaron:

¿pero qué pasó?

 

-- Señor árbol, ¿qué le pasó que tan seco se quedó?

Respondió el árbol seco:

-- Qué poco inteligente ustedes son. ¿No han ido nunca a la escuela?

 

Todos los animalitos a coro exclamaron, -- pero no se ponga bravo, señor árbol, solamente estamos asombrados, -- claro, claro, dijo el árbol – están asombrados porque de mí no pueden alimentarse por ahora, pero vuelvo a preguntar: -- ¿ustedes no van a la escuela? – respondieron los animalitos: -- ¿para qué ir a la escuela, si nosotros sabemos muchas cosas?

 

Pero el árbol, riéndose a carcajadas les contestó. – Ahora comprendo por qué están equivocados, yo estaré seco, dijo el árbol.

 

--  Por un breve tiempo, mientras dure el otoño, porque sepan ustedes, que existen cuatro estaciones en el año, que son: primavera, que en ella muy verde me pongo; invierno, en el que muy frío me siento; verano en que muy lindo me veo y otoño en el que seco me ven.

 

Entonces, preguntó una vaca que de lejos escuchaba, -- ¿volveremos a verte copioso nuevamente, señor árbol?, -- claro que sí, -- respondió el árbol.

 

Al oír esa respuesta, la hormiga respondió, -- yo te cuidaré;

la araña, yo no te olvidaré;

la cabra, yo no te comeré;

la ardilla, por ti saltaré

y la vaca, yo también te cuidaré.

Y desde entonces esos animalitos y el árbol fueron amigos.

                                                     

                                                      Juan de las Nieves Suárez Ramos.

El arco iris y los niños.

 

 

  Ha dejado de llover y el sol luce de nuevo.

 

-- ¡Miren! ¡El arco iris! – gritó Luisito que estaba jugando con otros amiguitos en el portal de su casa.

 

Todos los niños salieron al jardín para ver el precioso arco formado por todos los colores que existen en el mundo.

 

Quisieron jugar con el arco iris. Quisieron poder tocar sus brillantes colores.

 

-- ¿Cómo es el arco iris? – preguntaban los niños a Luisito.

 

-- El arco iris está formado por todos los colores del mundo, - les contesta. Tiene el color rojo. Rojo como el triángulo de la bandera cubana. Rojo como las rosas encarnadas; rojo como los tomates maduros; rojo como el carro de los bomberos.

-- ¿Rojo como la luz del semáforo cuando podemos pasar? – preguntó un niño pequeño.

-- Sí, rojo como la luz del semáforo – respondió Luisito.

 

-- Pero, también hay otros colores en el arco iris – dijo un niño.

 

-- Sí, también tiene el color naranja. Sí, también tiene el color naranja, como las calabazas, como las zanahorias, como las llamas del fuego, como el sol en el atardecer.

-- ¿Naranja como las naranjas? – preguntó una niña pequeña.

-- Sí – dijo Luisito - ; naranja como las naranjas.

 

-- ¿Qué otros colores has visto en el arco iris, Luisito? - preguntaron los niños.

 

-- El amarillo – les explicó Luisito – amarillo como el oro, como los limones, como los pollitos, como los ojos del gato negro. Estos son los colores más brillantes del arco iris. Rojo, naranja y amarillo. Son los colores más vivos.

 

 

-- Pero también tiene otros colores que son menos fuertes – añadió Luisito – tiene el verde. Verde como la hierba, como las hojas de los árboles; verde como los pepinos, verde como los caramelos de menta.

-- ¿Y verde como las luces del semáforo cuando podemos cruzar las calles? – preguntó un niño pequeño.

-- Sí, verde como las luces del semáforo – contestó Luisito.

 

-- ¡También tiene azul! Azul como el cielo, como el mar.

 

-- Son muchos los colores que forman el arco iris – comentó el niño.

 

-- Sí, rojo, naranja, amarillo verde y azul, verdaderamente son muchos los colores, Luisito.

 

-- Y todavía hay otros colores – explicó Luisito, - aunque lo vemos menos: el violeta.

-- ¿Violeta, como las violetas? – preguntó Lucy, que había permanecido callada todo el tiempo.

-- Sí, dijo Luisito – violeta como las violetas y las berenjenas. De pronto Luisito señaló el cielo.

 

-- ¡Miren! – exclamó - ¡Está allí!

 

En el cielo había vuelto a aparecer el arco iris, el maravilloso arco formado por todos los colores del mundo.

 

Los niños corrieron a coger el arco iris, con la esperanza de poder tocar sus brillantes colores.

 

Pero mientras corrían, el arco iris se iba desvaneciendo, y cuando creyeron poder alcanzarlo se dieron cuenta de que ya no estaba. ¡El arco iris se había marchado una vez más!—

 

-- Pero nosotros sabemos donde podemos encontrar todos esos colores – dijeron los niños.

 

-- Están en el jardín de mi casa – dijo uno.

-- En los globos de colores – dijo otro.

-- En la caja de pinturas con que coloreamos en la escuela – dijo una niña.

-- En los trajes de los payasos del circo – exclamó un niño.

-- En las cintas de colores que mamá nos pone para adornar la cabeza – añadió otra niña.

 

-- Están en todas partes y en todas las cosas, - añadió Luisito –             ¡vengan a verlo!

 

Y los niños corrieron en busca de cosas de color rojo, azul, naranja, amarillo, verde y violeta; en busca de todos los colores del mundo; los colores del arco iris.

 

                                                  

 

                              Adaptación de Josefina Fernández.

                              Fuente de Adaptación “Cuentos maravillosos”

                           

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Las vacaciones  de Mila.

 

 

Mila estaba de vacaciones en el campo, y cierta tarde, mientras jugaba cerca del arroyo, le parecía escuchar una voz muy triste:

-- ¿Quién será que llama así? – se preguntó. Y busca que te busca por los matorrales al fin encontró lo que buscaba.

 

-- ¡Una ovejita! Pobrecita… te has perdido. Claro. eres muy pequeñita para ir sola por el mundo.

 

Mientras Mila la acariciaba, la ovejita le contaba con un “be” muy triste. La niña quiso cargarla, pero el animalito prefirió ir solo y echó a andar por la orilla del arroyo; tras él se fue Mila.

 

Camina que te camina, Mila y la ovejita llegaron al portal de una casona.

 

-- ¿Es esta tu casa, ovejita linda? – preguntó Mila.

 

Y sí señor, allí vivía la ovejita, que muy contenta echó a correr para reunirse con su mamá.

 

Ya Mila se iba cuando oyó que la llamaban: --¡Mila! ¡Mila! ¿Has sido tú la que trajo nuestra ovejita?

 

Eran Magda y Daniel, los niños de aquella casa, que eran amiguitos de Mila.

 

-- Pues sí, fui yo. Me alegro de haberla traído.

 

Entonces Mila, junto con Daniel y Magda, continuó su paseo.

 

¡Qué contenta se siente Mila de estar con sus amigos!

 

Corriendo aquí, saltando allá, llegan donde están los conejos, y luego van a ver las palomas. Mila sube por una escalera para verlas de cerca:

¡Oh, qué lindos los pichones! Mamá paloma les habla en voz baja y les dice: ¡Arrur! ¡Arrur!

 

Andando, andando, encontraron a mamá gallina y sus polluelos. Mila toma uno, pero la gallina, muy brava, quiere echársele encima.

-- ¡No, Mila, que cree que le haces daño! – le dicen sus amigos.

 

Así que empieza a oscurecer, se acercan al gallinero. Algunos gallos y gallinas ya están durmiendo.

Mila los mira asombrada:

-- ¡Eh! ¿Dónde tienen la cabeza?

 

-- Tonta, -- le dice Magda --, cuando duermen la guardan bajo el ala.

 

A Mila le hace gracia y se ríe de buena gana.

 

Como ya es noche oscura, Mila se despide de sus amigos, pero promete volver al día siguiente.

 

Y así es. Cada día Mila y sus amigos se reúnen para visitar a los animales del campo y, por supuesto, siempre van a ver a la ovejita, que ya se ha hecho muy amiga de Mila. La niña le lleva leche y la ovejita se la toma toda. La leche es muy buena y la encuentra dulce “beeeee” así bien largo, que quiere decir: “ ¡Muchas gracias! “

 

 

 

Tomado de la adaptación de Mayra Navarro, basada en Gil, María Blanca. Mila Granjera. Barcelona. Editorial BITIS, 1966. Biblioteca Nacional “José Martí”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El pollito perdido

 

 

Había una vez una mamá gallina que tenía muchos pollitos y siempre les cantaba moviendo la cabeza de un lado para otro y diciendo: clo, clo, clo, clo, clo… y así decía cada vez que tocaba uno. Ellos muy contentos le repetían: pío, pío, pío, cuando mamá gallina los tocaba con sus alas.

 

Así un día se encontraron un caminito con piedras y ellos cruzaron detrás de su mamá gallina, saltando y saltando, diciendo: pío, pío.

 

Un pollito mojado se quedó detrás y no cruzó y cuando su mamá contó: clo, clo, clo, clo… notó que uno faltaba y empezó pronto a buscarlo y busca que busca y clo, clo, clo, clo. Y busca que busca y clo, clo, clo, clo… de pronto, se lo encontró picando unos granitos de maíz con su piquito. Y le dijo regañando: clo, clo, clo, clo…

 

Como mamá gallina estaba muy contenta por haberlo encontrado se fueron juntos saltando todos los pollitos pío, pío, pío… y la gallina clo, clo, clo…

 

 

 

                                               Odalys Sánchez.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Otro hermanito.

 

 

Pues señor… gallina Moñuda, vivía en una granja muy linda, y tenía ocho pollitos lo que se dice… ¡preciosos!

 

¡Claro que era una gallina feliz! Todos los días, por la mañana salía al campo cacareando alegre, seguida por ellos. Como eran bien educados saludaban muy amables, diciendo así:

 

Pío… píoo… píoo…

Tengan buenos días,

Pío… píoo… píoo…

Haga calor o frío,

Pío… píoo… píoo…

 

Ellos hacían sus ejercicios, abriendo y cerrando las alitas como hacen ustedes los niños los brazos, mientras mamá los dirigía diciendo una y otra vez con mucho ritmo… col… clo… clo… Uno …dos… tres… cuatro….

 

Y ellos, en fila, contestaban alegres:

 

Pío… pío… pío… píooo… Uno …dos… tres… cuatro….

 

Los árboles, las flores, el río, el viento, el sol, se unían para decir cuando ellos terminaban:

 

Todos los niñitos

siempre en la mañana

deben animosos 

practicar gimnasia,

para estar alegres

sanos, ligeritos

hacer ejercicios

como los pollitos.

 

Un día cuando iban a hacer ejercicios, echaron de menos a Granito  de Maíz, el más travieso de todos los pollitos al que llamaban así, porque era tan amarillito como un grano de maíz.

 

-- ¿Dónde se había metido ese pollito travieso? – decía Moñuda muy preocupada -- ¡Búsquenlo por todas partes, hijitos!

 

Los pollitos empezaron a buscar, piando constantemente:

Pío… pío… pío…

 

Granito de maíz

querido hermanito,

¿dónde te has metido?

Pío… pío… pío…

 

Pero Granito de Maíz no apareció. Todos estaban muy tristes. Principalmente mamá Moñuda, que temía le hubiese pasado algo malo a su travieso pollito.

 

Pues al atardecer, cuando el amigo sol, se disponía a retirarse, vieron que por el mismo lugar donde ellos hacían los ejercicios, venían dos pollitos negros, muy apurados, piando sin cesar.

 

Mamá Moñuda corrió hacia ellos, seguida por los otros pollitos.

 

Los recién llegados se detuvieron y dijeron alegres:

 

Pío… pío… píooo… ¡Buenas tardes para todos!

 

Entonces, Moñuda se acercó a una de ellos dos y dijo emocionada:

 

-- Oh! Este pollito aunque negrito, se parece mucho a mi Granito de Maíz. El pollito se le acercó, aleteó gracioso y dijo:

 

-- ¡Yo mismo soy Granito de Maíz, mamá querida!

 

-- ¿De veras? – preguntó Moñuda, observándolo atentamente. --¡Pues dime, malcriado, qué has hecho para convertirte en un pollito negro!

 

Entonces granito de Maíz contó que por la mañana había salido corriendo detrás de una linda mariposa y que se extravió en el campo.

 

Después, se metió dentro de un tubo negro que encontró, y cuando salió tiznado ayudado por azabache, el pollito que venía con él; este lo llamo “hermanito” y como no tenía mamá, él lo trajo para que se quedara a vivir con ellos.

 

-- Así, él tendrá una mamá linda y buena como tú.

 

Los otros pollito, estaban tan contentos que rodearon a azabache y se pusieron a cantar así:

 

Pío… pío… píooo…

 

Qué bueno

que rico.

Ahora tenemos

otro hermanito.

Qué bueno

que rico.

Pío… pío… píooo…

 

Por su parte, mamá Moñuda suspiró feliz y cacareó muy alegre diciendo:

 

-- ¡Qué felicidad! Temí perder a mi hijito y ahora tengo otro nuevo...

 

¡Qué contenta estoy!

 

Y otros fueron a dormir, porque los pollitos, las gallinas y los niños, duermen tempranito.

 

 

 

 

 

 

                                        Elena G. Lavin

 

Entre todos

 

Esta era una hormiguita llamada Ramona, que tenia una casita muy linda porque ella trabajaba mucho limpiándola y cuidándola. Además, fregaba, lavaba,  planchaba, cosía.

 

¡No descansaba en todo el día!

 

 Tenia cinco hijitos y cada mañana salía a buscarle la comida: pedacitos de pan, de frutas o de cualquier otra cosa que ella cargaba sobre su cuerpo.

 

Un día iba por un caminito cuando se encontró un dulce. ¡Un riquísimo dulce con chocolate y merengue por arriba!

 

Seguramente se le caería a algún niño que lo llevaba como merienda para la escuela, pero ¿cómo devolvérselo si no sabía de quien era?

 

De momento se puso contenta pensando la alegría que le daría a sus hijitos con aquella sorpresa, pues a las hormigas les encanta el dulce. Pero después se puso triste. ¿Cómo iba a cargar aquel dulce tan grande siendo ella tan chiquitica? ¡Sintió deseos de llorar!

 

En eso tuvo una idea: llamaría a sus compañeras hormigas y lo que no podría hacer ella sola, lo podrían hacer entre todas.

 

Y así fue como Ramona llamó frecuentemente a las otras hormiguitas que iban llegando de todas partes. ¡Cuántas hormiguitas!

 

Entonces, cuando se reunieron se llevaron el dulce para la casita donde comieron de él.

 

Aquella era una verdadera fiesta en la que juntas saboreaban y celebraban lo que habían conseguido con el trabajo de todas.

 

¡Así son las hormigas!

 

                                      

 

                                           Elena G. Lavin.

La palomita blanca.

 

 

En el tejado de mi casa vivía una linda palomita blanca como la espuma. Todas las mañanas la paloma me despertaba con el arrullo que hacía a sus pichones, y estos alborotados e impacientes la escuchaban, y hasta aleteaban y abrían su piquito cuando ella les traía comida que tanto deseaban.

 

Un día conversando con mi mamá le dije así:

 

-- Mamita; voy a decir a papá que me traiga la palomita para ponerla en la jaula que tenemos en el patio, y así ella no me despertará tan temprano; pero mamá me contestó así:

 

-- Mi niño, los animales deben vivir libremente y estar junto a sus hijitos, porque separados de ellos se enferman de tristeza.

 

Pero yo no convencido de esto, con la ayuda de mi papá cogí a la paloma y la encerré en la jaula, pues él también quería darme una lección sobre la libertad de los animales y por eso me ayudó.

 

A los pocos días empecé a notar que mi paloma no comía, ni bebía y que su tristeza era cada día mayor. Le pregunté a mamá que si ella la había observad, y me dijo que sí y que los pichoncitos estaban muy tristes y tampoco comían. Mamita también me dijo que desde que yo había encerrado a la palomita ya no me cantaba por las mañanas antes de irme temprano para la escuela.

 

Comprendí que todo era verdad, y el otro día al levantarme, antes de irme para la escuela, fui a la jaula, acaricié mi paloma y ella me entendió mi caricia, pues movió sus alas alegremente y voló junto a sus pichones que piaron de felicidad al verla.

 

Desde ese día me siento más feliz porque también lo es mi amiga la palomita, que me sigue despertando con su alegre canto y soy el primer niño que llega a la escuela.

 

 

                             Georgina Aguilar Viamontes.

Las tres gaticos.

 

 

Tres gaticos: Uno negro, uno gris y uno blanco, vieron un ratón y se echaron a correr tras él.

 

El ratón se metió de un salto en una lata de harina.

 

Los gaticos lo siguieron. Pero el ratón se escapó...

 

... y los tres gaticos salieron blancos de la lata.

 

Los tes gaticos blancos vieron una rana y echaron a correr tras ella.

 

La rana se metió de un salto por un tuvo viejo y los gaticos la siguieron.

 

La rana se escapó...

 

... y los tres gaticos salieron negros del tubo.

 

Los tres gaticos vieron en el lago un pez.

 

¡ Y se echaron hacia él!

 

El pez se deslizó... ¡ Y del agua salieron tres gaticos mojados.

 

Los tres gaticos se encaminaron hacia la casa.

 

Por el camino se secaron y de nuevo se convirtieron en lo que eran: uno negro, uno gris y uno blanco.

 

 

 

                                   (Adaptación)

                                    V. Sutiev

 

 

 

 

Hojas de hierba

 

 

 

Un grupo de hojitas de hierba temblaba de calor, rodeado de guisasos,  con una voz casi apagada se le oía decir:

 

-- Ay, que sol tan fuerte y que poca la lluvia...

 

Cerca de allí estaba jugando un niño que escuchó  a la hierba y al mirarla le dio mucha pena verla tan amarilla; por eso, se fue corriendo a su casa y trajo... ¿no sabes que? Pues un termómetro para ver si las hojitas tenían fiebre.

 

-- No tengo fiebre, si no sed le dijo la hierba; si traes agua, pronto me veras reverdecer.

 

El niño conversó un poco con la hierba, pero no se demoró mucho en traer agua para regarla con cuidado. Tantas veces lo hizo, que pronto se hicieron amigos. Pocos días después, cuando ya la hierba estaba verde y sin fiebre, de entre sus hojas surgieron unas florecitas amarillas y otras blancas como el romerillo.

 

El niño se llenó de alegría, y creyó que aquellas flores eran como un regalo de la hierba, por lo bien que él la había cuidado.

 

Desde entonces se preocupaba mucho por diferenciar y separar la hierba buena de la mala, para que los quisasos no puedan dañar a la flor.

 

 

 

                           Virgilio López Lemus.

 

 

 

 

 

 

 

La hormiguita solitaria

 

 

Esta es una hormiguita que quería vivir sola. Una mañana se escapó del hormiguero.

 

Caminó mucho, de pronto encontró un gran terrón de azúcar.

 

-- ¡Calla! – se dijo – me lo llevaré para guardarlo en un almacén que he de fabricar en lo más alto de la falda de la montaña, para que nadie lo coja. Así tendré comida durante el invierno.

 

Y trabajó todo el día tratando de llevarse el terrón.

 

Cuando llegó la noche estaba rendida de cansancio; y una ranita que la observaba, le dijo:

 

-- ¡Cómo, señora hormiga! ¿No puede usted con el terrón?

 

-- Pesa mucho para ser llevado por mí sola, amiga ranita, ¿quiere usted ayudarme?

 

-- ¡Oh!, no – repuso la ranita – eso es cosa de hormigas. Vaya usted en busca de sus hermanas y entre todas podrán con él.

 

La hormiga pensó:

 

-- Esta ranita tiene razón, y regresó al hormiguero dando cuenta de su hallazgo.

 

Entonces todas las hormigas fueron con ella y se llevaron el terrón de azúcar para su almacén.

 

Desde aquel día la hormiguita no intentó separarse más de sus compañeras.

 

 

                                                   Revista Simientes 1980 # 6

 

 

Las botas de don cuadrado.

 

Don Cuadrado era de cara cuadrada, ojos cuadrados, nariz cuadrada y boca revirada. En la cabeza se le veían cuatro pelitos y dos color de chocolate

 

Las piernas de Don Cuadrado parecían zancos. Y sus seis brazos terminaban en otras seis bolitas de chocolate. En los pies llevaba Don Cuadrado unas botas coloradas muy famosas, pues si se las quitaba, caminaban solas.

 

Iban de aquí para allá como si tal cosa, corrían detrás de las gallinas, subían a los árboles y trepaban las escaleras.

 

Pero cuando su dueño chiflaba de cierto modo, el par de botas volvía a su lado corriendo.

 

En una ocasión, cansadas de sus andanzas, las botas se fueron a dormir dentro de un cajón y al poco rato el mismo Mingolo, las vio, y, sin pedir permiso, se las puso muy contento.

 

-- ¡Qué botas más buenas! – chilló el mono – ningún otro mono tiene botas como éstas.

 

Y se fue al zoológico con ellas puestas para saludar a dos tíos suyos que vivían por allí.

 

De pronto, se oyó un silbido y las botas echaron a correr arrastrando a Mingolo que, chillando y manoteando, no podía explicarse lo que pasaba.

 

Como por el aire iba el mono y las dos botas, sin parar, corre y corre hasta llegar al sitio donde las esperaba Don Cuadrado. Al ver lo que le traían se echó a reír.

 

Y como era cuadrado, pero no malo, para quitarle el susto a Mingolo, le dio una de las botas de chocolate, diciéndole: -- amiguito, para otra vez, pida permiso antes de usar lo que no es suyo.

 

Adaptado por: Juan de las Nieves Suárez Ramos

CUENTOS  PARA MELISA

“LA CASITA AZUL”

 

Un día Melisa salió a pasear por el bosque. Caminando... por un trillo bordeado de flores, llegó lejos... lejos... Escondida entre las plantas, casi tapada por tantas hojas y flores, descubrió una casita color azul.

 

-- ¿Qué casita será esta? – preguntó la niña.

Con sorpresa escuchó una voz que le contestó.

-- Esta es la casita azul.

-- ¿Y qué hay en la casita azul?

-- En la casita azul hay sueños azules. Aquí viven todos los sueños azules.

-- ¿Y qué son los sueños azules?

-- Los sueños azules son los sueños de las niñas buenas y alegres.

Cuando una niña buena y alegre se va a dormir un sueño sale de la casita azul y va a acompañarla toda la noche. Así, la niña buena y alegre, sueña con lindos juguetes, dulces, caramelos, ricas galleticas, largos paseos, cariñosos amiguitos y divertidos animales.

Cuando la niña despierta, el sueño que la acompaña toda la noche, regresa a la casita azul, para también descansar, dormir y soñar.

Así dijo la voz, y la niña quedó encantada.

 

Pero, curiosa todavía preguntó: - ¿Y de quién es la voz que me habla? Y escuchó esta respuesta:

- Esta es la voz de tu abuelita; porque las abuelitas, siempre tienen un cuento azul, para un tranquilo sueño azul, para sus nietecitas buenas y alegres.

 

Todos los cuentos azules, los cuenta la abuelita a sus nietecitas.

 

La niña comprendió bien lo que le contó la voz de la abuelita. Se fue a su casa contenta y esa noche soñó con su abuelita.

 

                              

                     Adaptado por Juan de las Nieves Suárez Ramos.

 

 

 

 

La semillita

 

 

Esta era una pequeñita semillita de framboyán.

 

Un día decidió salir a pasear.

 

Caminó y caminó hasta que se cansó, buscó un hoyito y decidió descansar. Sintió frío y se tapó con la tierra que tenía a su alrededor.

 

Pasaron los días y la semillita seguía durmiendo y recibiendo la frescura de la lluvia y el tibio calor del sol…

 

Pero un día, brotó de la semillita un pequeño arbolito que se mecía en la brisa.

 

Así pasó el tiempo y aquel arbolito se convirtió en un fuerte y hermoso árbol con lindas flores anaranjadas donde los pajaritos venían a entonar sus alegres trinos, el buey a descansar, llamando al caballo para reposar.

 

El hombre vino a recoger de las vainas del framboyán semillas para hacer objetos bellos de artesanía.

 

¿Sabías que los árboles son nuestros amigos? – Por lo que hay que cuidarlos.

 

Así que puedes sembrar uno en el patio de tu casa.

 

 

 

Tomado de Revista Simientes. 1973. #2. Cuba. DE Olga Reyes y ampliado por Juan de las Nieves Suárez Ramos.

 

 

 

 

 

 

 

 

El hombre y el arroyuelo.

 

 

Había una vez un hombre que visitaba todos los días a un  arroyuelo, pero un día, al atardecer vio que el arroyuelo estaba seco, entonces le preguntó:

       Señor Arroyuelo ¿qué ha pasado, que sus piedras secas están?

 

Y el arroyuelo muy triste contestó. – Me han cogido toda el agua y solo estoy.

 

       El hombre le contestó. – no tienes porque estar triste, mira, mira, a tu alrededor. -- ¿Qué ves?

 

       Contestó el arroyuelo. – sembrados, plantas, flores muy verdes.

 

Entonces dijo el hombre, -- tienes que reír, reír, reír, porque tus aguas están ahí.

 

-- ¿Cómo que ahí? –preguntó el arroyuelo.

 

-- Sí dijo el hombre esas plantas están verdes, porque los demás hombres han regado sus sembrados con tus aguas.

 

Pues contento, contestó el arroyuelo. –  de ahora en lo adelante pediré al cielo que llueva, que llueva, que llueva mucho, pero mucho, muchísimo, ahorraré agua para que no me falte, entonces crecerán más sembrados, más plantas, más flores verdes, pero muy verdes, y todos reiremos alegres.

 

 Y desde entonces el hombre y el arroyuelo fueron amigos.

 

 

 

                                              Juan de las Nieves Suárez Ramos.

                                

 

 

 

 

El perro bravucón

 

Había una vez, un perro bravucón que se paseaba por la calle, y los demás animalitos le tenían mucho miedo.

 

El gato corría cuando lo venía venir. El gallo cantaba y se alejaba hacia un sitio seguro.

 

Cuando el perro ladraba, el cerdo corría al corral.

 

Los demás perros, sólo con olfatear que se acercaba aquel perro bravo, ladraban hasta cansarse.

 

Pero un día, una perra salchicha se preguntó: -- ¿por qué si somos varios, no nos unimos y enfrentamos a este perro bravucón?

 

Y entonces se dio a la tarea de conversar con los demás animales.

 

Al acercarse al gato, éste respondió.

 

-- No, no, yo soy muy débil y me puede hacer daño.

 

La salchicha, le contestó, ¿y para qué tienes esas pezuñas tan afiladas.

 

– Eso es verdad, respondió el gato.

 

El gallo dijo: -- mis plumas son tan bellas que no quiero perderlas. – entonces la salchicha dijo: -- ¿y para qué quieres ese pico tan grande y esas espuelas amarillas? – eso es verdad, dijo el gallo.

 

El cerdo expresó: -- jo, jo, jo – yo estoy muy gordo y no puedo correr, y una pierna me puede morder.

 

La salchicha le dijo: -- tan gordo y tan cobarde, con una cabeza tan grande, tú puedes vencer. – El cerdo contestó. -- Eso es verdad.

 

Los demás perros se acercaron a la perrita salchicha y expresaron: -- todos nos uniremos y venceremos al bravucón.

 

El gato fue atacado, por el perro bravucón, éste sacó sus pezuñas y el perro, aullando se perdió.

 

Después en otra ocasión, al gallo que muy elegante paseaba por la calle real, el perro corrió a atacarlo, pero el gallo no huyó y paradito lo esperó. Y le dijo, -- anda, llega, sí llega, -- pero el perro al ver al gallo tan serio y con su pico y sus espuelas afiladas,  meditó. Disimulando le dijo: -- no señor gallo, sólo quiero ser su amigo. El gallo dijo: -- ¿y no deseas ser amigo del cerdito y de los demás perros, que pueden ser tus hermanitos? -- pues sí – respondió el perro.

 

Entonces la perrita salchicha, que era chiquitica, llamó a todos los demás animalitos que se acercaron al perro bravo. Y cantaron: ¡amiguitos, amiguitos!

 

Todos los animalitos muy felices tranquilitos a la calle sin prejuicios vamos siempre a pasear, porque nadie nos puede atropellar.

 

              Juan de las Nieves Suárez Ramos.

                            

 

 

 

 

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