En el contexto educativo actual se ha puesto en vigencia la ley N° 20.903, la cual crea el Sistema de Desarrollo Profesional Docente. En este escenario, una de las estrategias de desarrollo profesional es la implementación de Comunidades de Aprendizaje Profesional (CAP) dentro de los establecimientos educacionales, con un foco en el trabajo colaborativo y la retroalimentación pedagógica de su cuerpo docente.
Para entender mejor esta nueva mirada que nos propone el ministerio de educación, es importante saber ¿qué entendemos por comunidades de aprendizaje?
“Es una comunidad viva con una cultura animada dedicada a la mejora del aprendizaje continuo de los estudiantes y los profesores” (Hargreaves y Shirley, 2009, p.92). Es decir, son encuentros de profesores y profesoras que discuten y reflexionan sobre una problemática o necesidad del colegio.
En estos encuentros, los docentes discuten y reflexionan críticamente respecto a cómo mejorar el aprendizaje de sus estudiantes, y llegan a acuerdos, que luego implementan en sus aulas (Stoll, Bolam, McMahon, Wallace & Thomas, 2006; Liberman & Miller, 2011; Aitsl, s.f).
Es importante conocer en profundidad lo que se necesita para implementar una comunidad de aprendizaje profesional en un establecimiento educacional.
Lo primero tiene que ver con el apoyo institucional, esto quiere decir, que los directivos o líderes apoyen esta iniciativa para dar pie a su implementación y socializarlo con los docentes.
Segundo generar los espacios temporales y materiales para realizarlo, es decir, disponer de horarios sistemáticos de trabajo del profesorado. Determinar lugares físicos para los encuentros. Finalmente, disponer de los materiales y recursos que sean necesarios para la implementación efectiva.
Luego de esto, es imprescindible formar grupos de trabajo, con algunos objetivos en común, que sean liderados por un coordinador, que sea un docente destacado que organice y motive el trabajo en torno a metas comunes.
En este mismo contexto se pretende ir construyendo confianzas entre pares, donde participen activamente, hagan preguntas, compartan información, observen clases, realicen codocencia, retroalimenten sus prácticas pedagógicas u otras estrategias de trabajo colaborativo. Promoviendo así la buena convivencia, llegando acuerdos, tomando decisiones y progresando conjuntamente.
La investigación (Jenlink y Kinnucan, 1999; Dunne y Honts, 1998; Conrad y Gunter, 2000; Oakley, 2000) hace pensar que existe fuerte relación entre la presencia de comunidades profesionales de aprendizaje en las escuelas y el aumento de la efectividad de la práctica educativa y la mejora del rendimiento de los estudiantes.
Otro beneficio de las CAP es que demuestra confianza en las capacidades de los equipos docentes y promueven el liderazgo compartido entre pares, potenciando relaciones profundas que se van generando en estos grupos de trabajo, dando sentido de pertenencia al proyecto educativo.
Para concluir, los invito a reflexionar sobre los desafíos, que ven en la implementación de la comunidades de aprendizaje profesional en sus establecimientos:
- ¿Creen ustedes que podrían producir un impacto en el trabajo colaborativo entre docentes?
- ¿Están dadas las condiciones para su implementación en sus escuelas?
- ¿De qué manera ustedes pueden aportar en sus comunidades de aprendizaje profesional?
Referencias bibliográficas:
- https://www.cpeip.cl/wp-content/uploads/2019/04/trabajo-colaborativo_marzo2019-1.pdf
- https://cmapspublic2.ihmc.us/rid=1279042516328_433996408_20112/comunidades%20de%20aprendizaje.pdf
- http://www.rmm.cl/sites/default/files/ley-20903-sist-desarrollo-profesional-docente.pdf
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