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Lecturas Valóricas II

UN REGALO INESPERADO
 
“Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre”.   (2 Cor. 9:7)
 
            Pueden descender del avión – anunció una voz por el sistema de comunicación-. Debido a una tormenta de nieve tendremos que permanecer en tierra por lo menos durante tres horas.
            La persona que estaba a mi lado rogó con voz plañidera : “¿Qué? ¡Ayúdeme, por favor!”
            Solo unos pocos minutos antes mi compañera de asiento había sido llevada por una de sus hijas, quien me había dicho.”Mi madre no sabe hablar inglés, pero mi hermana la recibirá en Los Ángeles”.
            “Yo me ocuparé de ella y la acompañaré hasta que se encuentre con su hermana”.
Ahora trataba de explicarle por señas lo que sucedía. Ella me indicó en la misma forma que no deseaba abandonar el avión. De manera que me quedé con ella.
Ocho largas horas después aterrizábamos en el aeropuerto de Los Ángeles, en California. Cuando la señora sueca y yo llegamos a la terminal aérea, una mujer gritó:  “¡Mamá!” y corrió a su encuentro. Después de saludarla me entregó un paquete envuelto en papel de regalo y con una hermosa cinta. Me dijo: “Esto es para usted. Considérelo como una muestra de agradecimiento de parte de nuestra familia. Mi hermana llamó desde Baltimore para avisarnos que mamá se encontraba en buenas manos, las suyas.”
Casi me sentí culpable por haber aceptado ese hermoso regalo nada más que por haber dedicado parte de mi tiempo a esa dama.
Dios desea que nos demos gozosamente a otras personas, pero no por desear recompensa. También quiere que seamos dadores, nada más que por amor a él. Dios tiene planes de recompensarnos algún día por habernos dado sin egoísmo.
 
 
O.F.T. : AMABILIDAD, GENEROSIDAD, PREOCUPACIÓN POR LOS DEMÁS.

 

 

 

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LA DECISIÓN DE ROBERTO
 
“Porque yo honro a los que me honran”. (1 Samuel 2:30)
 
            Roberto visitaba Hong Kong por primera vez. Era capitán de un barco y esperaba encontrar comerciantes con quienes hacer negocios. Pensó que si podía encontrar a las personas adecuadas daría un paso hacia el éxito. Miró a su alrededor en el vestíbulo del hotel y vio un hombre bien vestido, con toda la apariencia de ser un comerciante próspero. Roberto decidió entrar en acción. Se acercó al hombre, y se presentó.
      ¿De modo que ha venido a buscar negocios?- le preguntó.
    Así es, señor – contestó Roberto -. Espero hacer buenos negocios transportando mercancías entre Hong Kong y San Francisco en California.
            Le propongo que nos sirvamos algo mientras platicamos acerca de sus planes propuso el comerciante invitándolo al bar.
            Lo siento, señor – dijo Roberto- . Es usted muy bondadoso, pero no tomo bebidas alcohólicas.
No es posible que hable en serio – le dijo con expresión de sorpresa - . Así es como se hacen los negocios aquí. Muchos contratos se logran frente a una botella de whisky.
            Señor, hablo en serio –dijo Roberto- . Sin embargo, me agradaría platicar con usted acerca de mis planes. ¿Podemos sentarnos aquí?
            Una vez que se sentaron, el comerciante continuó diciendo:
Joven, permítame darle un consejo. Usted es nuevo en esta clase de negocios. Si quiere ser aceptado tiene que beber de vez en cuando como muestra de amistad y buenas relaciones comerciales. Ellos esperarán que lo haga. No necesita beber mucho. Sólo uno o dos tragos para mostrar su disposición amistosa.
No puedo hacerlo, señor – insistió Roberto-, porque eso iría contra mis creencias. Encontraré el modo de ser amistoso sin sacrificar mis principios.
¿Y su negocio? ¿Acaso no desea tener éxito?
Por cierto que sí – reconoció Roberto - .Dios me ayudará.
Si ese es su plan, ¡Dios tendrá que ayudarle! – contestó el comerciante riéndose. Dios ayudó a Roberto. El capitán Roberto Dollar se convirtió en dueño de una gran flota de barcos mercantes con oficinas propias desde donde se veía la bahía de San Francisco. Hizo negocios a lo largo del Pacífico, y ganaba amigos en todos los lugares que visitaba.
No es necesario sacrificar los principios para ganar amigos. La aceptación de Dios y de tu propia conciencia es más importante que la aceptación de la gente.
 
O.F.T. : HONESTIDAD, LEALTAD.

 

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DIOS ENVIÓ VIENTO.
 
“Nos ha dado preciosas y grandísimas promesas”. (2 Pedro 1:4)
 
            Hudson Taylor, sabía desde su adolescencia que Dios quería que fuera a la China como misionero. Pidió prestado un libro a un pastor para aprender más de la China.
            ¿Así que deseas ir a la China?- preguntó el pastor con incredulidad-. ¿Cómo te propones llevarlo a cabo? ¿De dónde sacarás el dinero para tu pasaje y para sostenerte?
            Tengo la intención de confiar en Dios para que satisfaga mis necesidades – replicó Hudson-. ¿Acaso no ha prometido proveer todo lo que necesito?
            ¡Ah, jovencito! Cuando tengas más edad, entonces serás más sabio que eso, dijo el ministro.
            Hudson Taylor no se desanimó. Le dijo al Señor:”Si quieres que vaya a la China tendrás que proveer el dinero necesario. Confío en que lo harás.”
Cuando Hudson Taylor tenía 31 años, se encontraba a bordo del barco Dumfries con rumbo a  China.  En un punto del viaje hubo momentos de nerviosismo porque el barco comenzó a desviarse hacia una isla habitada por caníbales. Comentaban que los capturarían y se los comerían.
            Eso no sucederá- aseguró Hudson a un oficial-. He orado a Dios y él me ha asegurado que llegaremos a salvo a la China.
            Estás malo de la cabeza- le dijo el oficial burlándose de él- . Mira el cielo sin nubes; si no hay nubes, no hay viento para empujar las velas. Vamos a la deriva. ¡Estamos perdidos!
No nos preocupemos – recomendó Hudson. Dios enviará viento para que nos aleje de la isla. Es mejor que suelten una parte de la vela principal.
            No servirá de nada – protestó el oficial.
            ¡Apresúrese! ¡El viento ya está soplando! - No durará- se burló el oficial.
            ¡Desplieguen la vela principal! – insistió Hudson. El oficial accedió finalmente. El viento se intensificó de inmediato llevando al barco más allá de la temida isla.
            “Jehová jireh”- exclamó Hudson – “Jehová proveerá”.
            Hudson Taylor escribió posteriormente:”Desde el comienzo de mi vida cristiana fui inducido a sentir que las promesas de Dios eran muy reales, y que la oración era una transacción seria con Dios.”
 
O.F.T. : CONFIANZA. FE. TESTIMONIO.

 

 

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RELACIONES INTERRUMPIDAS
 
“Y cuando estéis orando, si tenéis algo contra alguien, perdonadlo.” (Marcos 11:25)
 
            Había algo que interfería con las oraciones de Bárbara Mandrel. Trataba de orar, pero notaba que había algo que impedía el libre flujo de los pensamientos. Su oración no llegaba hasta Dios. ¿Qué es Señor? –preguntó- Hay algo que no está bien, pero no sé que es. Te ruego que me lo muestres”. Permaneció de rodillas en la semioscuridad de su recámara, mientras esperaba que el Señor le mostrara cuál era el problema. De pronto, en la mente de Bárbara apareció la imagen de una mujer. (La llamaremos Nancy, aunque no es su nombre real). Bárbara y Nancy habían sido amigas íntimas, hasta que Nancy comenzó a contar chismes acerca de ella. Bárbara se había enterado de los desagradables comentarios, lo que la ofendió e hizo enojar. Bárbara se molestó mucho y deseó que alguien hiriera a Nancy tanto como ella la había herido.
            “Sí, Señor – musitó Bárbara - . Tengo problemas con Nancy. Así que mi rencor hacia ella ha bloqueado mi comunicación contigo. ¿Es eso lo que tratas de comunicarme?”. Recordó las palabras de Marcos 11:25: “Cuando estés orando, si tenéis algo contra alguien, perdonadlo.” “Comprendo, Señor – continuó Bárbara -. Te ruego que me perdones por guardar rencor contra Nancy. Te ruego que quites mi enojo y amargura. Ya no quiero que ella sufra como ella me hizo sufrir. Bendice a Nancy y dale felicidad.”
            Bárbara sintió paz por primera vez en varios días. Sabía que esta vez Dios había escuchado su oración y que la contestaría. Bárbara se encontró con Nancy algunos días después, y la abrazó con toda naturalidad, como si nada hubiera sucedido entre ellas. Nancy contestó afectuosamente del mismo modo. Bárbara explicó de esta forma la restauración de su amistad con Nancy: “La había perdonado y ella percibió este cambio en mi comportamiento. El poder del perdón es desconcertante, pero real.”
 
O.F.T. : PERDÓN, COMPRENSIÓN, AMISTAD. 


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 SÓLO ESCUCHA
 
“Da a tu siervo corazón entendido” (1 Reyes 3:9)
 
¡No tengo amigos! – se quejó Luisa ante su profesora. Debes sentirte muy sola sin amigos- reconoció la señora Valdés-. ¿Deseas platicar acerca de eso?
No me invitan a sus fiestas - comenzó Luisa-. Nadie se sienta a mi lado a la hora del almuerzo. La señora Valdés observaba mientras Luisa hablaba. Esta llevaba una blusa con dos alfileres de gancho en lugar de botones que se habían caído. Tenía el cabello grasoso, alisado hacia atrás por detrás de las orejas. Era evidente que necesitaba un baño.” No se preocupa mucho de su cuidado personal, pensó la señora Valdés-. No gusta de sí misma.¿Cómo puede, entonces, esperar que los demás la aprecien? Me pregunto si debiera decirle claramente cuál es realmente su problema.” “No, espera. Sólo escucha”- le dijo una voz interior. De modo que la profesora no dijo nada.
 Lisa platicó y lloró, contando cómo la habían dejado fuera del grupo. Finalmente Lisa sonrió y dijo: -Gracias, señora Valdés. Ahora me siento mejor y creo que sé lo que debo hacer. ¿Sí? ¿Y qué es? – preguntó. Tengo que preocuparme de mi persona. Desde que mamá enfermó, he estado demasiado confundida para preocuparme de mí misma. Creo que vas en la dirección correcta, dijo la profesora.
Durante las semanas siguientes, Lisa experimentó un cambio espectacular. Comenzó a vestirse mejor. Tenía el pelo limpio. Sonreía mucho más. Poco a poco fue ganando amigos y amigas. Lisa pudo resolver su propio problema. Lo único que necesitaba era alguien que le escuchara mientras ponía sus sentimientos en orden.
Con frecuencia escuchamos a nuestros amigos para descubrir cuáles son sus problemas, para ofrecerles solución. Procura escuchar a tus amigos sin presentarles ninguna solución para sus dificultades. Te sorprenderá oírles decir más de una vez:”Te agradezco por haberme ayudado.” Le ayudaste sólo con escucharle.
 
 
O.F.T. : CUIDADO PERSONAL. AMISTAD. SABER ESCUCHAR