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El Maltrato Infantil

EL MALTRATO INFANTIL

 
            La violencia implica el uso de la fuerza (psicológica, física o económica) para producir un daño, y se manifiesta como una forma patológica de ejercicio del poder. La violencia es un fenómeno que se aprende como modo de reacción, como forma de resolución de conflictos y hasta ahora como manera de comunicarse, manifestándose en todo tipo de vínculos.
            Dentro del contexto familiar, es llamada también violencia doméstica, y se manifiesta por medio de acciones u omisiones de uno o más miembros, que menoscaban la integridad física, psíquica o la libertad del otro, y que provocan daños importantes.
            Tomando en cuenta estas ideas, se considera maltrato infantil a todas las acciones u omisiones que provoquen dificultades en el desarrollo físico, psíquico o social de niño. Un niño (menor de 18 años) es maltratado o abusado cuando su salud física, psíquica o su seguridad están en peligro, sea porque se haga o se deje de hacer algo. Estas acciones pueden ser llevadas a cabo por la madre o el padre, u otros adultos responsables del cuidado de los menores.
            El es el ser más frágil entre los individuos que vivimos en sociedad. Tiene una relación de dependencia con el adulto que lo hace muy susceptible de ser dominado, sometido, teniendo que aceptar situaciones sin poder tomar distancia ni poner límites a tiempo. Las situaciones de violencia pueden ser vividas en cualquier familia de diferentes estratos sociales, económicos o políticos.
            Las estadísticas asustan. El UNICEF estima que el 70% de los niños y los adolescentes recibe maltrato físico dentro de su núcleo familiar, y que el mayor porcentaje se encuentra entre niños menores de 3 años, e incluso en bebés, por llorar o negarse a tomar la mamadera.
            Los tipos de maltrato infantil más comunes son: físico, abuso emocional, abuso sexual, abandono físico o emocional, negligencia en los cuidados y tener que ser testigo de actos violentos.

 
MALTRATO FÍSICO:
 
            Es una forma evidente de maltrato. Consiste en una agresión física que deja huellas visibles en el cuerpo del niño. Este tipo de maltrato puede ser efectuado por el adulto directamente o con un objeto, como, por ejemplo, metales calientes, objetos punzantes, látigos, alambres, maderas, agua hirviendo, etc. El abuso físico se da mediante cualquier trauma, lesión o acción no accidental por parte de algún adulto, que provoque daño físico o enfermedad al menor, o que lo coloque en grave riesgo de padecerla como consecuencia de alguna negligencia intencional. Puede tratarse de quemaduras, magulladuras, hematomas, mordeduras, torceduras, dislocaciones de extremidades, cortes, pinchazos, golpes, lesiones internas, asfixia, etc. Es importante saber que muchas veces no aparecen este tipo de manifestaciones y, sin embargo, existe el maltrato físico. A menudo representa castigo corporal severo e irrazonable, o injustificado, que ocurre por lo general, cuando el adulto se siente frustrado, furioso y sacude l niño o le da un fuerte golpe, o lo empuja violentamente. El daño puede ser producido durante un solo episodio o durante varios episodios de magnitudes y características variables.
            En la mayoría de los casos, el abuso físico no es un mero acto físico contra el niño, sino que es un patrón establecido de comportamiento, un estilo que tiene el adulto para lidiar, para castigar o “disciplinar” al niño. Mientras más tiempo dure esta situación, más serios serán los golpes que reciba el niño y más difícil será eliminar la conducta abusiva del mayor.
           
NEGLIGENCIA:
 
            En este tipo de maltrato, las necesidades físicas básicas del menor no son atendidas adecuadamente por ningún adulto del grupo familiar o de convivencia. La negligencia consiste en faltar a los deberes de proveer adecuadamente el albergue, la alimentación, la ropa, la educación, la supervisión, la atención sanitaria, la comunicación, no tomar en cuenta sus necesidades evolutivas, con falta de estimulación cognitiva u otras necesidades básicas requeridas para el desarrollo de las capacidades físicas, intelectuales o emocionales de un niño. En el caso extremo, está el abandono físico y/o emocional.
            La negligencia de los padres puede estar asociada a ignorancia, déficit socioeconómico  estructurales y también, a actitudes intencionales combinadas con los demás factores.

 
MALTRATO EMOCIONAL:
 
            Está relacionado con el hostigamiento verbal habitual a un niño por medio de insultos, críticas, amenazas, humillaciones, desprecios, descréditos y burlas. También abarca el aislamiento (ya sea evitando al niño o encerrándolo), la indiferencia y el rechazo implícito o explícito. Además se incluye como maltrato o abuso emocional la atemorización que causa o pueda causar deterioro en el desarrollo social, emocional o intelectual del niño y el constante bloqueo de las iniciativas de interacción del niño con el adulto. Es importante reconocer que puede existir maltrato emocional. Por lo tanto, se habla en este caso de maltrato mixto.
            Las agresiones verbales reiteradas de menosprecio o los insultos con palabras groseras van provocando una baja autoestima y trastornos en la personalidad, como timidez, agresividad, mal humor, problemas de conducta, trastornos escolares, etc., que el niño va manifestando en su entorno más cercano, ya sea en el hogar, la escuela, la iglesia o los amigos.
            En el extremo del abuso emocional está el abandono emocional, que consiste en la falta persistente de respuestas a la expresiones emocionales y conductas que buscan un acercamiento por parte del niño, y la falta de iniciativa de interacción y contacto por parte de una figura adulta estable.

 
ABUSO SEXUAL:
 
            Es la utilización del niño para experimentar placer o gratificación sexual. Incluye cualquier tipo de placer sexual con un niño por parte de un adulto, no siendo necesario que exista un contacto físico; basta con la utilización de un niño como objeto de estimulación o satisfacción sexual. El 90% de los abusadores sexuales adultos son masculinos, y más del 80% son personas conocidas por el niño. Por eso, es habitual que este problema ocurra dentro del ámbito familiar o de amistades cercanas.
            Incluye el incesto, la violación, penetración oral, anal o vaginal, el fastidio o acoso, el contacto corporal, las caricias o toques inapropiados, la estimulación verbal y visual inapropiada, fotografiar o mostrar fotografías pornográficas, u obligar al niño a presenciar actos sexuales adultos, exhibirse desnudo delante del menor con el fin de excitarse, u observarlo vestirse o desvestirse cuando está en el baño, con el mismo fin.
            Carol Carrel menciona seis etapas de interacción abusiva:

  1. Acercamiento: mediante una relación especial, regalos o pasar tiempo a solas. Los abusadores son personas muy hábiles para tratar con los niños.
  2. Sensaciones físicas especiales: abrazos prolongados, besos, caricias íntimas, masturbación.
  3. Secretos: los abusadores utilizan sobornos, amenazas, acusaciones y tortura.
  4. Actividad sexual: suele comenzar con desnudez o imágenes pornográficas, pudiendo o no haber contacto físico.
  5. Revelación: el niño no entiende lo que sucede. Se siente culpable por no haber hablado al principio y, finalmente, cuenta lo que está sucediendo a un tercero.
  6. Represión: por temor a las consecuencias, el niño se arrepiente de haber hablado. Necesita seguridad física y emocional, ya que es un momento muy traumático.

            Si bien es difícil hablar de prevención en estos casos, es importante insistir en ella a través de la educación familiar cotidiana. Hay que hablar claramente con el niño sobre temas de sexualidad, sin tabúes ni juicios. Es necesario escuchar sus dudas, y responder a sus preguntas con sencillez y serenidad. Entre otras cosas, se debe instruir al niño para que aprenda a:
Evitar situaciones de riesgo con desconocidos, tales como ofrecimiento de ayuda, invitaciones, regalos o propuestas secretas.
Ser respetuoso con su cuerpo, manteniendo los límites y la intimidad apropiados.
Confiar en sus padres y desarrollar una buena comunicación con ellos.
Reconocer la diferencia entre una expresión de cariño y una caricia sexual; entre los toques buenos, y los toques malos y secretos.
Decir que no, sin tener que depender de los adultos para decidir o actuar en el momento.

 
TESTIGOS DE VIOLENCIA:
 
            Los niños pueden ser afectados también por las situaciones de violencia física, verbal o psicológica crónica que presencian entre sus padres u otros adultos con los que conviven. Las consecuencias y los trastornos que se observan en estos menores son similares a los que evidencian los que son víctimas directas del maltrato.

 
FACTORES QUE PUEDEN CONTRIBUIR AL MALTRATO INFANTIL:
 
            No hay una causa única que conduzca al maltrato infantil. Hay múltiples causas, manifestaciones y efectos del fenómeno de la violencia. El maltrato infantil no escapa a ello. Cuanto mayor cantidad de factores de riesgo, mayor será la probabilidad de que se presente el maltrato.
            Entre los factores de riesgo que se observan más comúnmente es los padres están los siguientes:

  1. Trastornos psicopatológicos.
  2. Padres que fueron maltratados cuando eran niños.
  3. Padres que sufrieron carencia afectiva en su propia infancia.
  4. Relaciones conyugales violentas.
  5. Padres que carecen de educación en cuanto al cuidado de los niños.
  6. Padres que se preocupan excesivamente por aspectos de la conducta y la obediencia, en detrimento de las necesidades exploratorias de los niños.
  7. Padres poco dedicados a sus hijos o con exceso de vida social.
  8. Padres con baja autoestima.
  9. Padres impulsivos, que pasan rápidamente a la acción.
  10. Padres con diversas adicciones.
  11. Padres con falta de empatía, poca tolerancia al estrés y con estrategias de disciplina inadecuadas.

            Los niños también pueden tener características que favorezcan el maltrato hacia ellos. Puede haber mayor probabilidad de maltrato hacia:

  1. Bebés prematuros (o no) que lloran incesantemente y son difíciles de controlar.
  2. Niños con desventajas físicas o psíquicas.
  3. Niños con enfermedades frecuentes y severas.
  4. Niños hiperactivos y de temperamento difícil.
  5. Niños retraídos.
  6. Niños con problemas del sueño o la alimentación.
  7. Hijos no deseados o de familias numerosas.
  8. Menores de tres años.
  9. Hijos ajenos que deben ser criados por padres sustitutos.

            Dentro de los factores de riesgo que exceden el ámbito familiar, pero que influyen directamente en él y pertenecen al sistema socioeconómico y cultural, se podría mencionar:

  1. Exceso o carencia de trabajo.
  2. Insatisfacción o tensiones laborales.
  3. Aislamiento social
  4. Apoyo social insuficiente
  5. Clase social del grupo familiar
  6. Barrio, vecindad y tipo de vivienda
  7. Promiscuidad y delincuencia
  8. Crisis económica
  9. Actitud equivocada de la sociedad ante la violencia y el castigo físico en la disciplina
  10. Valores distorsionados en cuanto a la infancia, la familia, la mujer, la paternidad y la maternidad

 
CONSECUENCIAS DEL MALTRATO INFANTIL:
 

  1. Físicas: mala imagen de sí mismo, autoestima pobre, timidez, miedo, comportamientos agitados, ansiedad, angustia, estrés, sobreadaptación, problemas de atención y comprensión de instrucciones, tristeza, falta de motivación, comportamiento autodestructivos, agresividad, destructividad y desviaciones sociales.
  2. Emocionales: miedos, ansiedad crónica, baja autoestima, sentimientos de inferioridad, de inadecuación, de inseguridad, percibir el mundo como amenazante, tristeza, frustración, dificultades para disfrutar y sentir placer, sentimientos de fracaso y vergüenza frente a las dificultades de aprendizaje, depresión.
  3. Negligencia: suele ir acompañada de maltrato físico y el mensaje de que el niño no es digno de amor y de respeto, provocando baja autoestima, sentimientos de inferioridad, de inadecuación, tristeza y ansiedad crónica. El niño estará más propenso a evidenciar retraso en el desarrollo cognitivo por falta de estimulación y por la descalificación permanente.
  4. Testigos de violencia: los niños pueden presentar signos similares a los otros tipos de maltrato.
  5. Abuso sexual: el contexto familiar se torna inseguro, confuso, amenazante. El abuso sexual altera las percepciones del niño, sus emociones, su imagen de sí mismo, y su visión de sus propias capacidades afectivas y del mundo familiar. Esto le produce estrés, angustia y pérdida de energía. Pueden aparecer síntomas psicosomáticos, miedos, fobia, terrores nocturnos, enuresis, amenorreas, anorexia, adicciones, agresividad y conductas autodestructivas. En las reacciones emocionales, se observan bloqueos, fugas, trastornos de la identidad sexual, crisis de ira, desinterés, pérdida de la curiosidad y trastornos de la memoria, la atención y la concentración, con caídas en el rendimiento escolar. En lo sexual, pueden presentarse conductas erotizadas, seducción inapropiada, dificultad en la formación de pareja, masturbación precoz y exacerbada, promiscuidad y prostitución.

 
QUÉ DEBEMOS HACER:
 
            Tanto en forma personal como familiar y eclesiástica, podemos hacer mucho para prevenir este problema y, en caso de detectarlo, ayudar a paliar sus secuelas.
            La identificación y el tratamiento a tiempo son importantes para minimizar a largo plazo las consecuencias del abuso. Los profesionales de la salud de niños y adolescentes pueden realizar una evaluación comprensiva y sugerir el tratamiento para los niños abusados. Pueden ayudar a la familia a aprender nuevas formas de darse apoyo y de comunicarse los unos con los otros. Mediante un tratamiento , el niño maltratado puede comenzar a recuperar su sentido de confianza en sí mismo y en otros, y la familia puede comenzar a aprender nuevas formas de vincularse.
            A fin de prevenir situaciones de maltrato, es preciso pensar en factores de compensación a los factores de riesgo antes mencionados. Algunas formas de contrarrestarlos podrían ser:

  1. En primer, lugar es necesario revisar nuestras propias actitudes hacia el control de las conductas de los niños y los adolescentes, los modelos estereotipados sobre la crianza de los hijos, y la aceptación de la violencia como modo de resolución de conflictos y disciplina.
  2. Hay que elaborar las experiencias de maltrato en la propia infancia.
  3. Desarrollar habilidades interpersonales saludables y talentos especiales, estimulando por todos los medios la confianza y la autoestima de los niños.
  4. Provocar estabilidad afectiva y seguridad económica en el matrimonio que se dispone a tener hijos
  5. Lograr una afiliación religiosa contenedora
  6. Promover normas opuestas al uso de la violencia, y un sentido de responsabilidad compartida en el cuidado y la educación de los niños.
  7. Organizar cursos y seminarios sobre manejo de conflictos, comunicación familiar, disciplina y prevención de abusos.

 
(Fuente. Revista Rompiendo el Silencio. Beatriz B. de Calafiore. Psicopedagoga y licenciada en Psicología)