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cable a tierra

 

Hubo un día...

Hubo un momento en el que creías que la tristeza sería eterna; pero volviste a sorprenderte a ti mismo riendo sin parar.

Hubo un momento en el que dejaste de creer en el amor; y luego apareció esa persona y no pudiste dejar de amarla cada día más.

Hubo un momento en el que la amistad parecía no existir; y conociste a ese amigo que te hizo reír y llorar, en los mejores y en los peores momentos.

Hubo un momento en el que estabas seguro que la comunicación con ese alguien se había perdido ; y fue luego cuando el cartero visitó el buzón de tu casa.

Hubo un momento en el que una pelea prometía ser eterna ; y sin dejarte ni siquiera entristecerte terminó en un abrazo.

Hubo un momento en que un examen parecía imposible de pasar y hoy es un examen más que aprobaste en tu carrera .

Hubo un momento en el que dudaste de encontrar un buen trabajo; y hoy puedes darte el lujo de ahorrar para el futuro.

Hubo un momento en el que sentiste que no podrías hacer algo: y hoy te sorprendes a ti mismo haciéndolo.

Hubo un momento en el que creíste que nadie podía comprenderte; y te quedaste boquiabierto mientras alguien parecía leer tu corazón.

Así como hubo momentos en que la vida cambió en un instante, nunca olvides que aún habrá momentos en que lo imposible se tornará un sueño hecho realidad.

Nunca dejes de soñar, porque soñar es el principio de un sueño hecho realidad.

 

                             NO SÉ SI FUE UN SUEÑO

 

Aun no llego a comprender como ocurrió, si fue real o un sueño. Solo  recuerdo

que ya era tarde y estaba en mi sofá preferido con un buen libro en la  mano.

El cansancio, me fue venciendo y empecé a cabecear...

En algún lugar, entre la semi - inconsciencia y los sueños, me encontré en aquel inmenso salón, no tenia nada en especial salvo una pared llena de tarjeteros, como los que tienen las grandes bibliotecas. Los ficheros

iban  del suelo al techo y parecía interminable en ambas direcciones.  Tenían diferentes rótulos. Al acercarme, me llamo la atención un cajón  titulado: "muchachas que me han gustado". Lo abrí descuidadamente y empecé  a  pasar las fichas. Tuve que detenerme por la impresión, había reconocido el nombre de cada una de ellas: se trataba de las muchachas que a mí me  habían  gustado!

Sin que nadie me lo dijera, empecé a sospechar de donde me encontraba.

Este inmenso salón, con sus interminables ficheros, era un crudo

catalogo de toda mi existencia.

Estaban escritas las acciones de cada momento de mi vida, pequeños y

grandes detalles, momentos que mi memoria había ya olvidado.

Un sentimiento de expectación y curiosidad, acompañado de intriga, empezó a recorrerme mientras abría los ficheros al azar para explorar su contenido.

 Algunos me trajeron alegría y momentos dulces; otros, por el contrario, un sentimiento de vergüenza y culpa tan intensos que tuve que volverme para ver si alguien me observaba. El archivo "amigos" estaba al lado de "amigos que traicione" y "amigos que abandone cuando más me necesitaban". Los títulos iban de lo mundano a lo ridículo. "Libros que he leído", "mentiras que he dicho", "consuelo que he dado", "chistes que conté", otros títulos eran: "asuntos por los que he peleado con mis hermanos", "cosas hechas cuando estaba molesto",

"murmuraciones cuando mama me reprendía de niño", "videos que he visto"...

No dejaba de sorprenderme de los títulos. En algunos ficheros había muchas más tarjetas de las que esperaba y otras veces menos de lo que yo pensaba. Estaba atónito del volumen de información de mi vida que había acumulado. Seria posible que hubiera tenido el tiempo de escribir cada una de esos millones de tarjetas?  Pero cada tarjeta confirmaba la verdad. Cada una escrita con mi letra, cada una llevaba mi firma. Cuando vi el archivo "canciones que he escuchado quede atónito al descubrir que tenia mas de tres cuadras de profundidad y, ni aun así, vi su fin.. Me sentí avergonzado, no por la calidad de la música, sino por la gran cantidad de tiempo que demostraba haber perdido. Cuando llegue al archivo: "pensamientos lujuriosos" un escalofrío recorrió mi cuerpo. Solo abrí el cajón unos centímetros. Me avergonzaría conocer su tamaño. Saque una ficha al azar y me conmoví por su contenido. Me sentí asqueado al constatar que "ese" momento, escondido en la oscuridad, había quedado registrado... No necesitaba ver mas... Un instinto animal afloro en mi. Un pensamiento dominaba mi mente: nadie debe ver estas tarjetas jamás. Nadie debe entrar jamás a este salón. Tengo que destruirlo! En un frenesí insano arranque un cajón, tenia que vaciar y quemar su contenido. Pero descubrí que no podía siquiera desglosar una sola del cajón. Me desespere y trate de tirar con mas fuerza, solo para descubrir que eran mas duras que el acero cuando intentaba arrancarlas. Vencido y completamente indefenso, devolví el cajón a su lugar. Apoyando mi cabeza al interminable archivo, testigo invencible de mis miserias, empecé a llorar. En eso, él titulo de un cajón pareció aliviar en algo mi situación: "personas a las que les he compartido el evangelio". La manija brillaba, al abrirlo encontré menos de 10 tarjetas. Las lagrimas volvieron a brotar de mis ojos. Lloraba tan profundo que no podía respirar. Caí de rodillas al suelo llorando amargamente de vergüenza. Un nuevo pensamiento cruzaba mi mente: nadie deberá entrar a este salón, necesito encontrar la llave y cerrarlo para siempre. Y mientras me limpiaba las lagrimas, lo vi. ¡ Oh no! ¡ Por favor no El no! ¡ Cualquiera menos Jesús! Impotente vi como Jesús abría los cajones y leía cada una de mis fichas. No soportaría ver su reacción. En ese momento no deseaba encontrarme con su mirada. Intuitivamente Jesús se acerco a los peores archivos.

Por que tiene que leerlos todos? Con tristeza en sus ojos, busco mi mirada y yo baje la cabeza de vergüenza, me lleve las manos al rostro y empecé a llorar de nuevo. Él, se acerco, puso sus manos en mis hombros.  Pudo haber dicho muchas cosas. Pero el no dijo una sola palabra. Allí estaba junto a mí, en silencio. Era el día en que Jesús guardo silencio... Y lloro conmigo. Volvió a los archivadores y, desde un lado del salón, empezó a abrirlos, uno por uno, y en cada tarjeta firmaba su nombre sobre el mío. No! Le grite corriendo hacia él. Lo único que atine a decir fue solo no! No! No! Cuando le arrebate la ficha de su mano. Su nombre no tenia por que estar en esas fichas. No eran sus culpas, eran las mías! Pero allí estaban, escritas en un rojo vivo. Su nombre cubrió el mío, escrito con su propia sangre. Tomo la ficha de mi mano, me miro con una sonrisa triste y siguió firmando las tarjetas. No entiendo como lo hizo tan rápido. Al siguiente instante lo vi cerrar  el ultimo archivo y venir a mi lado.Me miro con ternura a los ojos y me dijo: Consumado es,esta terminado, Yo he  cargado con tu vergüenza y culpa. En eso salimos juntos del salón... Salón que aun permanece abierto... Porque todavía faltan mas tarjetas que escribir.

Aun no sé si fue un sueño, una visión, o una realidad... Pero, de lo que si estoy convencido, es que la próxima vez que Jesús vuelva a ese salón, encontrara mas fichas de que alegrarse, menos tiempo perdido y menos fichas vanas y vergonzosas.

 

Que la bendición de Dios este contigo y tu familia
 

PIEDRITAS

En cierta ocasión, un hombre caminaba por la playa en una noche de luna llena. Iba pensando de esta forma: Si tuviera un carro nuevo, sería feliz. Si tuviera una casa grande, sería feliz. Si tuviera un excelente trabajo, sería feliz. Si tuviera una pareja perfecta, sería feliz, cuando tropezó con una bolsita llena de piedras.

Comenzó a arrojar las piedritas una por una al mar cada vez que decía: Sería feliz si tuviera... Así lo hizo hasta que solamente quedó una piedrita en la bolsita, que decidió guardar. Al llegar a su casa percibió que aquella piedrita era en realidad un diamante muy valioso. ¿Te imaginas cuántos diamantes arrojó al mar sin detenerse a pensar?

Así son las personas - arrojan sus preciosos tesoros por estar esperando lo que creen perfecto o soñando y deseando lo que no tienen, sin darle valor a lo que tienen cerca de ellas. Si mirasen alrededor, deteniéndose a observar, percibirían lo afortunadas que son.

Muy cerca de si está su felicidad. Cada piedrita debe ser observada -puede ser un diamante valioso. Cada uno de nuestros días puede ser considerado un diamante precioso, valioso e insustituible.

Depende de cada uno aprovecharlo o lanzarlo al mar del olvido para jamás recuperarlo. ¿Y tú como estás lanzando tus piedritas? que pueden ser novios, amigos, trabajo, e inclusive tus mismos sueños...

"El mundo está en las manos de aquellos que tienen el valor de soñar y correr el riesgo de vivir sus sueños."

Autor: Paulo Coelho 



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