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Decálogo de competencias para entregar juicios.

Para muchos docentes éste decálogo será un gran aporte para retroalimentar a sus pares en algún taller de reflexión pedagógica y para abrir el diálogo de la importancia de emitir y recibir juicios. Espero que sea un aporte para aquellos docentes que quieren intervenir en sus comunidades de aprendizajes dentro de sus establecimientos y crear instancias de reflexión docente.

Decálogo de competencias para entregar juicios.

1. Preparar el entorno, el cuerpo y la emocionalidad. La entrega de juicios críticos suele ser un tarea delicada que tiene el riesgo de afectar la sensibilidad del otro. Es importante tomar algunas medidas antes de abrir la conversación. Recomendamos evaluar si el entorno (espacio y tiempo) en el que vamos a tener esa conversación es el mejor para ambos interlocutores. De la misma manera, es necesario asegurarnos de que estemos suficientemente relajados y con una emocionalidad adecuada para la conversación que vamos a abrir.

2. Crear contexto: traer a la conversación la visión compartida y el compromiso de ambos interlocutores con ella. El primer paso en la conversación es crear uncontexto adecuado para lo que vendrá. Aquí recomendamos explicitar el propósito de la conversación (ej., mejorar la manera como trabajamos juntos, contribuir al logro de los objetivos que nos hemos propuesto, dejar la relación personal en mejor pie, etc.). Puede ser importante traer a la conversación la visión y las inquietudes que compartimos y el compromiso que ambos interlocutores tienen con ella. De la misma manera, puede ser útil el plantearle al otro que, en un plano de confianza, vamos a compartir con él o con ella algunos juicios que hasta ahora han sido privados.

3. No etiquetar, ni personalizar. Las personas somos muy sensibles a ser etiquetados o categorizados de una determinada manera y de sentirnos ahogados por los juicios que se nos hacen. Cualquier referencia del tipo “Tú eres …”, particularmente cuando ello es negativo, suele gatillar en nosotros mecanismos defensivos, como una forma de liberarnos de la opresión de ese juicio. Cuando se etiqueta o se personaliza, el otro suele escuchar una caricatura de cómo se concibe a si mismo y ello lo conducirá a cerrarse frente a lo que se le dice y defenderse.

4. No generalizar, ni exagerar. Aunque no siempre es fácil entregar un juicio crítico, no olvidemos que es más difícil escucharlo. Cualquiera exageración puede comprometer la escucha del otro y activar sus mecanismos defensivos. Es conveniente, por lo tanto, evitar exageraciones y generalizaciones. Recomendamos eludir, por ejemplo, términos como “Siempre” (con referencia al tiempo) o “En todo” (con referencia al dominio del juicio).

5. No adscribir intenciones o motivos. Cada vez que le adscribimos al otro determinadas intenciones o motivos para actuar como lo ha hecho, corremos un alto riesgo de equivocarnos. Ello, por cuando estamos interpretando su actuar desde el observador que somos nosotros y no desde el observador que es el otro. Al verse distorsionado, el otro posiblemente tenderá a defenderse. Dejemos, por lo tanto, que sea él o ella quien hable de sus intenciones o motivos, si lo estima necesario.

6. Referirse a las acciones (al comportamiento) del otro. Si nuestros juicios sobre el otro están fundados (es importante asegurarnos que lo estén antes de abrir la conversación), ellos remiten a sus acciones, a su comportamiento. Es importante entregar el fundamento de nuestros juicios y referirnos a esas acciones, teniendo siempre cuidado de no extrapolarlas a su persona.

7. Hablar de cómo esas acciones “me” afectan o “en mi opinión” tienen resultados negativos, señalando por qué. No olvidemos que todo juicio remite al observador que los emite. Es importante que esto esté presente en la manera como entregamos los juicios críticos. En vez de responsabilizar al otro por las consecuencias que sus acciones tienen en mi, decir, en cambio, “Cuando tú haces tal o cual cosa, a mi me sucede que …”. Con ello, compartimos la responsabilidad y asumimos nuestra parte en ella.

8. No invocar el nombre de otros en falso. Hable por Ud. mismo. Si es posible, no busque apoyarse en otros que no están en la conversación y frente a los cuales nuestro interlocutor no puede contra-argumentar. Si su juicio está fundado, basta con que entregue su fundamento. Los mecanismos defensivos del otro se gatillarán con mayor facilidad si siente que existe una acción concertada de muchos en criticar su comportamiento.

9. Indagar el punto de vista del otro: escucharlo. Durante todo el proceso de entrega de juicios es necesario indagar el punto de vista del otro y verificar si hay algunos factores que desconocemos que podrían alterar nuestro juicio. No hay que descartar, por ejemplo, que las acciones que estamos adscribiéndole al otro no hayan sido exactamente cómo las hemos interpretado o, si lo son, hayan sido tomadas en consideración de algunos antecedentes que desconocemos o hayan generado otras consecuencias que las no estoy al tanto. La consigna a este respecto es: desconfiar permanentemente de la solidez del observador que somos y estar abiertos a aspectos que no formaban parte de nuestra interpretación.

10. Pedir cambios concretos en el comportamiento del otro. El propósito de la retroalimentación no es el desahogo. Es el cambio del comportamiento. Es importante, por lo tanto, que ella concluya con compromisos claros de que se tomarán acciones que precisamente diluyan esos juicios críticos. Éstas pueden ser acciones correctivas o acciones de aprendizaje. En las primeras, el otro se compromete a hacer lo que no hizo o a dejar de hacer algo que hizo. En la segundas, el compromiso se orienta a generar la capacidad de acción que estuvo ausente.

Extraído de texto de Rafael Echeverría "El observador y su mundo" curso impartido por la RMM "Habilidades Comunicativas" de cuál participe.