¿Volverás a ser mía?
La invisible prisa de tus ojos
Derroto el tiempo vivido,
Ya no serás mía
Pues tu corazón
Pertenece a otro,
Él supo ocupar mi lugar
¡Ya no seremos nosotros!
¿Cómo fue que te perdí?
La respuesta salta a la vista.
Fueron mis errores
Los que me arrebataron tus caricias…
Noches de ternura y afecto
Noches de calor y alegría,
Son tan solo un recuerdo
Porque jamás volverás a ser mía..
Lamento lo que pasó.
Barreras nos separaron,
Las levanté yo
Con mis celos desmesurados…
Mi voz parece calmada
Mis palabras apenas te tocan,
Te haces cada día más lejana
Y nada puedo hacer
Para recuperar tu mirada…
Lates en mis recuerdos,
No podré nunca olvidarte,
Amada de errantes ojos
Y dulce mirada…
¿Por qué callas?
Lo sé, la hora del adiós ha llegado,
Nada ya nos ata..
Mi dueña, amores como el nuestro
Son los que dañan el alma…
Autor: Rodolfo Olivares
Pablo Neruda
EL ALFARERO
Todo tu cuerpo tiene
copa o dulzura destinada a mí.
Cuando subo la mano
encuentro en cada sitio una paloma
que me buscaba, como
si te hubieran, amor, hecho de arcilla
para mis propias manos de alfarero.
Tus rodillas, tus senos,
tu cintura
faltan en mí como en el hueco
de una tierra sedienta
de la que desprendieron
una forma,
y juntos
somos completos, como un solo río,
como una sola arena.
ALTURAS DE MACCHU PICCHU Sube a nacer conmigo, hermano. Dame la mano desde la profunda Dadme el silencio, el agua, la esperanza. Dadme la lucha, el hierro, los volcanes. Hablad por mis palabras y mi sangre. POEMA 8 Abeja blanca zumbas —ebria de miel— en mi alma Soy el desesperado, la palabra sin ecos, Última amarra, cruje en ti mi ansiedad última. Ah silenciosa! Cierra tus ojos profundos. Allí aletea la noche. Tienes ojos profundos donde la noche alea. Se parecen tus senos a los caracoles blancos. Ah silenciosa! He aquí la soledad de donde estás ausente. El agua anda descalza por las calles mojadas. Abeja blanca, ausente, aún zumbas en mi alma. Ah silenciosa! POEMA 15 Me gustas cuando callas porque estás como ausente, Como todas las cosas están llenas de mi alma Me gustas cuando callas y estás como distante. Déjame que te hable también con tu silencio Me gustas cuando callas porque estás como ausente. POEMA 20 Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: «La noche está estrellada, El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. Ella me quiso, a veces yo también la quería. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Qué importa que mi amor no pudiera guardarla. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Como para acercarla mi mirada la busca. La misma noche que hace blanquear los mismos árboles. Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise. De otro. Será de otro. Como antes de mis besos. Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero. Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos, Aunque éste sea el último dolor que ella me causa, Fray Luis de León ¡Qué descansada vida Que no le enturbie el pecho No cura si la fama ¿Qué presta a mi contento ¡Oh campo, oh monte, oh río, Un no rompido sueño, Despiértenme las aves Vivir quiero conmigo, Del monte en la ladera Y como codiciosa Y luego sosegada, El aire el huerto orea, Téngase su tesoro La combatida antena A mí una pobrecilla Y mientras miserablemente A la sombra tendido, |
Gabriela Mistral Piececitos |
Piececitos de niño,
azulosos de frío,
¡cómo os ven y no os cubren,
Dios mío!
¡Piececitos heridos
por los guijarros todos,
ultrajados de nieves
y lodos!
El hombre ciego ignora
que por donde pasáis,
una flor de luz viva
dejaís;
que allí donde ponéis
la plantita sangrante,
el nardo nace más
fragante.
Sed, puesto que marcháis
por los caminos rectos,
heróicos como sois
perfectos.
Piececitos de niño,
dos joyitas sufrientes,
¡cómo pasan sin veros
las gentes!
Dame la mano |
Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor, y nada más...
El mismo verso cantaremos,
al mismo paso bailarás.
Como una espiga ondularemos,
como una espiga, y nada más.
Te llamas Rosa y yo Esperanza;
pero tu nombre olvidarás,
porque seremos una danza
en la colina, y nada más...
La Oración de la Maestra
¡Senor! Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe; que lleve el
nombre de maestra, que Tú llevaste por la Tierra.Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la
belleza sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes.Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto.
Arranca de mí este impuro deseo de justicia que aún me turba, la
mezquina insinuación de protesta que sube de mí cuando me hieren.
No me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de las
que enseñe.Dame el ser más madre que las madres, para poder amar y defender
como ellas lo que no es carne de mis carnes. Dame que alcance
a hacer de una de mis niñas mi verso perfecto y a dejarte en ella
clavada mi más penetrante melodía, para cuando mis labios
no
canten más.Muéstrame posible tu Evangelio en mi tiempo, para que no renuncie
a la batalla de cada día y de cada hora por él.Pon en mi escuela democrática el resplandor que se cernía sobre
tu corro de ninos descalzos.Hazme fuerte, aun en mi desvalimiento de mujer, y de mujer pobre;
hazme despreciadora de todo poder que no sea puro, de toda
presión que no sea la de tu voluntad ardiente sobre mi vida.
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