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LA RECUPERACIÓN DE LOS EQUILIBRIOS EN EVALUACION.

Si se escucha a los profesores exponer sus ideas sobre qué están evaluando se puede apreciar que los docentes suponen que deben dar un mayor énfasis a las habilidades que se espera que los alumnos desarrollen, en desmedro de los conocimientos. Esto significa, por ejemplo, que se tienda a considerar que los hechos históricos en el subsector de Comprensión del Medio (o Estudio y Comprensión de la Sociedad) no importan, y que lo que sí importa son los análisis que el alumno sea capaz de hacer. O que en Lenguaje y Comunicación (o Lengua Castellana y Comunicación) la ortografía y las reglas de la gramática han pasado a segundo plano y que no constituyen objeto de evaluación.

 Pero, el dilema que se presenta entre evaluar conocimientos y evaluar habilidades es falso, ya que lo que debe ser evaluado son las metas de aprendizaje que combinan unos y otras. Las pruebas internacionales como TIMSS y PISA contienen muchos buenos ejemplos de cómo conocimientos y habilidades se imbrican en preguntas referidas a contenidos curriculares significativos e integradores, en un equilibrio que no admite dudas sobre la indivisibilidad de ambos.

 
De hecho, no es posible medir habilidades en el vacío: ellas siempre expresan y pueden ser evaluadas respecto a contenidos de conocimiento o prácticos.
Tal vez la confusión se origine en el hecho de que en los documentos vinculados con la Reforma se ha dado mucho énfasis al desarrollo de habilidades complejas (análisis, pensamiento crítico, etc.) como una forma de contrarrestar el énfasis que los profesores habían estado otorgando a los conocimientos de contenidos específicos. Esto llevó a olvidar que había distintas habilidades que se podían asociar a ellos y terminó por reducir las habilidades al mero recuerdo de información de determinadas materias, a la memorización de hechos, procedimientos y conceptos simples como única habilidad relevante.

 
Todo esto no significa que la adquisición de conocimientos carezca de importancia: los conocimientos sí importan y, evidentemente, hay algunos que son más complejos que otros, pero todos están a la base del desarrollo de comprensiones, capacidades de desempeño y de realización de procedimientos, aplicaciones y formulación de juicios, habilidades de mayor nivel de complejidad que constituyen objetivos de aprendizaje en el nuevo currículo. En consecuencia, la evaluación tiene que planificarse y realizarse de modo que permita verificar en qué medida ellos se están logrando; debe buscarse un adecuado equilibrio entre la verificación del grado en que los alumnos han alcanzado los conocimientos específicos, y la adquisición de las habilidades involucradas en los aprendizajes esperados.